Si bien muchos tenemos o sabemos de coincidencias maravillosas, golpes de suerte fundamentales, pocos tenemos a bien narrarlas de alguna u otra forma, hacer nuestras historias públicas.

Yo soy mi propia esposa se origina en uno de esos encuentros azarosos e improbables y es un verdadero ejercicio de memoria y amistad. Doug Wright, guionista y malabarista del teatro, basó el guión de la obra teatral en sus conversaciones con el travesti alemán Charlotte von Mahlsdorf, anticuario parricida, sobreviviente del Holocausto y la dureza del régimen Comunista.

von Mahlsdorf fue una de las figuras centrales en la escena homosexual alemana durante la Posguerra. Su personalidad y lo increíble de su pasado lo convirtieron, con el paso de los años, en una celebridad del culto a lo marginal, lo olvidado, lo minoritario.

Wright un buen día conoció a este ídolo improbable, escribió un monólogo detallando las experiencias vividas por su amigo y logró, al poco tiempo, que su obra ganara los premios más prestigiosos en el mundo de las tablas (un Tony, un Pulitzer) y llegara, incluso, a nuestro país.

El responsable de dicha hazaña es Héctor Bonilla, que cuenta con más de 150 representaciones de la obra. La experiencia actoral y de dirección del histrión mexicano lo hacen una apuesta segura para interpretar y llevar a cabo una obra que se antoja tan compleja, simpática, dramática, extraña.

Dicen que en el mundo del teatro la comedia es lo más complicado de lograr con éxito (lo dice, ni más ni menos, el propio Peter Hall), pero pareciera que lograr una comunión equilibrada entre la oscuridad, la violencia, el crimen, la historia y la libertad, todo con un dejo de comedia y humanidad, tampoco es tan sencillo.

Por eso mismo debemos aplaudir a Bonilla y a las autoridades del Teatro Rafael Solana, en el Centro Cultural Veracruzano, donde la obra se presenta los sábados y viernes a las 20:20 horas y los domingos a las 18:00-

El teatro se encuentra en Miguel Ángel de Quevedo 687 y los boletos tienen un costo de $350.