Según una fuente del INBA, "la producción teatral se ha vuelto tortuosa y difícil, debido a una política cultural cuyo afán modernizador lo único que hace es ahogar y entorpecer las cosas". Como consecuencia, Ignacio Escárcega, titular de la Coordinación Nacional de Teatro, presentó su renuncia el 3 de febrero actual "por motivos personales y profesionales".

Más allá de las personas, el tema de fondo es la reducción de 30% que sufrirá el presupuesto de la CNT. Mientras el INBA destina 18 millones de pesos anuales a la nueva y desproporcionada Compañía de Teatro, reduce los fondos, ya insuficientes, al teatro escolar, a la Muestra Nacional de Teatro y al magro apoyo que se dedica al teatro regional. Sin propuestas nuevas, la cartelera del Instituto sólo presenta reestrenos.

Existe todavía la torpe idea de que en las crisis, la cultura, como es superflua, debe ser la primera en ser recortada, cuando el problema principal es la falta de un proyecto que entienda que lo importante es trabajar en la formación de una estructura que dé salida a la enorme multiplicidad de esfuerzos artísticos. Me queda claro que es absurdo pedir un proyecto de cultura cuando no hay uno de país, pero México ya no requiere de una institución burocrática enferma de un sindicato inútil y de funcionarios que fomentan las decisiones verticales y la entrega discrecional de los presupuestos millonarios.

Es necesario entender que la cultura no es un paseo superficial por los espectáculos, sino una manera de vivir; CONACULTA, el INBA y demás organismos deben incidir en la formación cultural de las personas, promover un cambio para que la forma de vivir mejore; entender que "todo espacio vital es espacio teatral" y recuperar las ciudades, hacer que nuestros espacios se relacionen con nosotros mismos, y no sólo entretenerse en dispendios excesivos para que las camarillas satisfagan sus necesidades de sensibilidad. Es primordial que se entienda, como dijo Brecht, que "en los tiempos difíciles, cualquier acto de belleza es un acto revolucionario".