Cuando la gente pregunta a Robb Jibson, un ingeniero de
iluminación radicado en Chicago, a qué se dedica, puede ser difícil para él dar
una respuesta. “No produzco bienes tangibles. No produzco algo que puedas
comprar en Wal-Mart por módicas cantidades. Más bien ofrezco algo que no puedes
llevarte a casa, excepto tal vez, en una fotografía
”, comenta para la edición
34 de la revista Alarm.

En los ingenieros o diseñadores de iluminación recaen
palpables responsabilidades. Trabajan estrechamente con la banda, acto u
orquesta, en el diseño del escenario, creando una perspectiva cohesiva y
temática. Montan enormes plataformas luminosas antes del ensayo y dedican horas
para asegurar que cada luz se empalme exactamente con lo establecido durante el
evento. Cuentan con la habilidad de llevar un ya sobresaliente
concierto a un tipo de experiencia que conecta con la audiencia mucho después
del finalizar del acto. Quizás no sean tan conocidos como los músicos o artistas con
los que trabajan, pero, sin su esfuerzo, conciertos a gran escala serian
imposibles.

Jibson encontró su vocación mientras estudiaba en la
Universidad de Michigan, donde ayudó en obras de teatro como tramoyista. Se
movió a Chicago en 1999 para trabajar en espectáculos locales con una
productora de iluminación. “Como novato ingresé. Ayudaba como cargador a retacar equipo
en camionetas”. Cuando la compañía en la que trabajaba fue vendida en 2004,
fueron sus conexiones las que lo llevaron al lugar en donde hoy se encuentra.
“Mi amigo Matt Skiba de Alkaline Trio, me comentó que su banda contaba con mil
dólares a la semana, que si quería unirme al crew de su gira. Respondí con un absoluto sí
”.

Cuando llega el momento de crear el diseño inicial, los
ingenieros se refugian en sus métodos de inspiración. Jibson escucha el álbum
de la banda o recurre al trabajo previo para hacerse una mejor idea de los
elementos que gravitan con ellos.

Al final del día, el mayor indicador del éxito de un buen
diseño de iluminación, radica en la reacción del público. En alguna ocasión, un concentrado Robb yacía
detrás de la consola. Alguien le pregunto lo inevitable: “¿A qué te dedicas?
Jibbson respondió apretando algunos botones. La concurrencia efervesció,
pensando que la banda estaba por pisar el escenario.