El Gesticulador

Foro Cultural ChapultepecArray

Mariano Escobedo No.665

Col. Anzures

 
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La obra de Rodolfo Usigli dirigida por Antonio Crestani.

 Por Sonia Cejudo

En pleno albor del centenario de la Revolución Mexicana, elForo Cultural Chapultepec  inaugura con una obra de uno de los forjadores del teatro mexicano: Roberto Usigli. En ella, Villa,Zapata, Madero y demás revolucionarios bigotones se dejan de lado, y lospaisajes bélicos de adelitas y escopetas se sustituyen por el espacio íntimo deuna familia que regresa al pueblo natal del padre en busca de mejoresoportunidades.

Rechazado hasta por sus propios hijos, la vida de un expertoen la revolución mexicana da un giro de 180 grados cuando la suerteliteralmente toca a su puerta: un gringo a quien se le ha descompuesto el carroen medio del desierto norteño le pide asilo. En una velada en la que losconocimientos sobre el México revolucionario salen a relucir, el profesor de launiversidad de Harvard, Oliver Bolton, confirma su hipótesis: un tal CésarRubio fue el iniciador de las ideas de cambio. Pero hasta el profesor máspositivista puede caer en un juego de palabras que le hace creer que ha hechoun enorme descubrimiento: el héroe que él ha rescatado del anonimato siguevivo. Así la mentira va opacando la verdad y bajo ella se va forjando la vidade un Estado cuyas elecciones están por acontecer.

Pese a que fue escrita en 1938, el director Antonio Crestanive la vigencia de esta pieza que en su momento fue censurada por el gobierno.Sus personajes no distan mucho de la realidad actual: un presidente municipalconvenenciero (quien por cierto agrada al público con su actuación), undiputado local renuente, un representante del partido barbero, un hijaenamoradiza, un hijo huelguista y una esposa que no sabe nada y que lo únicoque quiere es a su marido. La caracterización a través de un vestuarioimpecable y los juegos de luces sutiles ayudan a dar vida a los diálogosmediante los cuales la seducción del poder se enraiza poco a poco en cada unode los personajes.

La acción, cabe decir, larga, propia de un teatro escrito en1938, concluye con el discurso de un ex general revolucionario en proscenio queinvita a quitarnos los sombreros, silenciar las cornetas, dejar de ondear lasbanderas y ponernos a pensar, aunque sea por un segundo, si es que alguna vezesta revolución tuvo héroes y más aún si es que alguna vez hubo revolución, puesésta puede ser no más que la gesticulación de unos cuantos -o muchos-corruptos. Y ahora sí señores ¡Qué viva México!