La lección

Foro La GrutaArray

Av. Revolución (a dos cuadras de Altavista) No.1500

Entre Calle del Río de San Ángel y Fernando Villalpando

Col. Guadalupe Inn

Tel. 4155 0919

 
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Una joven estudiante llega a casa del profesor a tomar una lección. El profesor comienza con la aritmética y pasa luego a la filología, área que lo llevará a perder la cabeza.

Por José Velasco que a veces imita a Klaus Kinski frente al espejo.

En el centenariodel natalicio del dramaturgo Eugène Ionesco, esta puesta en escena viene areactivar la vigencia de uno de los exponentes más destacados del teatro delabsurdo.

Un profesorgiboso (Arturo Ríos), con los ojos irritados y la ropa deshilachada aparece poruna esquina del escenario. Frente a su perturbadora mirada está su alumna(Mónica Torres), vestida como una colegiala de manga japonés. Más atrás, porencima de una pila de libros antiguos y polvorientos, la sirvienta (MatildeMiranda) observa la escena. Comienza la lección: el curso frenético paraobtener el doctorado total. Los diálogos proceden con cierta naturalidad; sinembargo se percibe la inminencia de un acontecimiento terrible. Poco a poco losparlamentos del profesor se trasforman en monólogos desquiciados y carentes detoda lógica. La verborrea, las preguntas de la alumna y el discurso inconexo desu maestro dejan entrever el plano de un deseo perverso y su función en lasrelaciones de poder. La escenografía, compuesta en sentido transversal, incluyepilas de libros, unas cuantas sillas, una alfombra raída y una estructuratriangular que hace las veces de puerta. Acorde con una iluminación mortecina,propicia una atmósfera oscura y contribuye a generar una estética cimentada enla búsqueda deliberada de lo siniestro. El trabajo de dirección de EnriqueSinger es notable: logra equilibrar el peso de los distintos elementosdramáticos y entrega una pieza coherente, que abreva de lo burlesco, elexpresionismo, las exageraciones del grotesco e incluso el clown. Las actuaciones tienen el gran mérito de encarnarpersonajes con actitudes desmesuradas, sin caer en la mera caricatura. Con estemontaje queda muy clara la actualidad del teatro de Ionesco: una obra querefleja con exactitud las paradojas del pensamiento moderno, el juego macabrode las relaciones de poder y la locura que deriva a causa de lasobreinformación. 

 

 

En el centenario del natalicio del dramaturgo Eugène Ionesco, esta puesta en escena viene a reactivar la vigencia de uno de los exponentes más destacados del teatro del absurdo.

Un profesor giboso (Arturo Ríos), con los ojos irritados y la ropa deshilachada aparece por una esquina del escenario. Frente a su perturbadora mirada está su alumna (Mónica Torres), vestida como una colegiala de manga japonés. Más atrás, por encima de una pila de libros antiguos y polvorientos, la sirvienta (Matilde Miranda) observa la escena. Comienza la lección: el curso frenético para obtener el doctorado total. Los diálogos proceden con cierta naturalidad; sin embargo se percibe la inminencia de un acontecimiento terrible. Poco a poco los parlamentos del profesor se trasforman en monólogos desquiciados y carentes de toda lógica. La verborrea, las preguntas de la alumna y el discurso inconexo de su maestro dejan entrever el plano de un deseo perverso y su función en las relaciones de poder. La escenografía, compuesta en sentido transversal, incluye pilas de libros, unas cuantas sillas, una alfombra raída y una estructura triangular que hace las veces de puerta. Acorde con una iluminación mortecina, propicia una atmósfera oscura y contribuye a generar una estética cimentada en la búsqueda deliberada de lo siniestro. El trabajo de dirección de Enrique Singer es notable: logra equilibrar el peso de los distintos elementos dramáticos y entrega una pieza coherente, que abreva de lo burlesco, el expresionismo, las exageraciones del grotesco e incluso el clown. Las actuaciones tienen el gran mérito de encarnar personajes con actitudes desmesuradas, sin caer en la mera caricatura. Con este montaje queda muy clara la actualidad del teatro de Ionesco: una obra que refleja con exactitud las paradojas del pensamiento moderno, el juego macabro de las relaciones de poder y la locura que deriva a causa de la sobreinformación. 

 

 

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