Vivien
Leigh nació en 1913 en Darjeeling, en la India. Hija de un reconocido oficial
inglés, fue una de las actrices más respetadas del siglo XX: su belleza, su
inteligencia, su sentido del humor, y una personalidad implacable la hicieron
destacar en el mundo del cine, y crear un ícono a partir de su figura. Además
de innumerables interpretaciones de personajes Shakespeareanos (Ofelia,
Cleopatra, Lady Macbeth, y Julieta), Vivien participó en obras de Noel Coward y George Bernard Shaw.
Desde muy pequeña expresó sus deseos de convertirse en "una gran actriz", y se
interesó por autores clásicos como Hans Christian Andersen, Lewis Carroll, y
Rudyard Kipling, así como por las historias de la mitología clásica y el
folclore de la India.

Estudió
en la Royal Academy of Dramatic Art,
de Londres, donde desarrolló su talento histriónico y se encaminó hacia una
carrera artística dedicada por completo a la actuación. Una de sus quejas más
frecuentes, fue la de "ser demasiado guapa". Según ella, este hecho impedía que
la gente la tomara en serio.
Lo que sí fue cierto es que padecía un desorden
bipolar, y que se caracterizó por un estado emocional bastante inestable:
muchos directores y actores reconocieron que Vivien era alguien con quien era
difícil trabajar. Además, como si esto no fuera suficiente, a partir de 1940
padeció de una tuberculosis crónica.

Una
de las actuaciones que la catapultó a la fama fue en la puesta en escena The
Mask of Virtue
(1935), donde dejó impresionado al cineasta Alexander Korda, con
quien más adelante firmaría un contrato. También fue por ese montaje que
recibió las felicitaciones de Laurence Olivier, con quien inició un largo
romance que culminó durante el rodaje de la película Fire Over England (1937). En esa época, Vivien estaba leyendo la novela
de Margaret Mitchell, "Lo que el viento se llevó", e hizo hasta lo imposible para obtener un casting del personaje de Scarlett O’Hara. Fue así como -a
través de su agente- fue sugerida a David O. Selznick, quien ya planeaba la
película.
Aunque al principio los productores no se definían por Vivien,
argumentando que era "demasiado inglesa", finalmente la eligieron basados en la
calidad de otros trabajos notables, como A Yank at Oxford (1938), uno de los primeros filmes que fue
ovacionado por la crítica estadounidense. Lo que el viento se llevó significó un rodaje particularmente difícil para
Vivien: tuvo que lidiar con estar separada de Laurence Olivier, y soportar
sesiones extenuantes frente a las cámaras. Sin embargo, al final fue este papel
con el que ganó un premio de la Academia en 1939, por mejor actriz.