James
Dean es sin duda uno de los chicos guapos más famosos en la historia del cine
norteamericano. Es el antecesor directo de estrellas como Johnny Depp y
Leonardo DiCaprio: el tipo de galán que combina una faceta rebelde e intrépida
con otra más suave y delicada.
Sin embargo, no es solamente por su belleza por
lo que Dean se ganó un lugar como ícono en el imaginario de Hollywood.

Además
de un talento inusual, la serie de circunstancias que rodearon su vida
favorecieron a su futuro encumbramiento.
Su muerte temprana (tenía apenas 24
años), su paso por el Actors Studio bajo la tutela de Lee Strasberg y su
personificación de Jim Stark (el protagonista de Rebelde sin Causa, la película dirigida por Nicholas Ray), crearon las
condiciones para convertirlo en una luminaria.