Una mujer que escapa de la lluvia y aparentemente de algo
más, entra al andén del metro, en donde se encuentra con un violinista. A
partir de este momento la historia comienza y las fantasías románticas cobran
realidad.

La obra escrita por Iona Weissberg y ahora dirigida por Américo del Rió, se presenta en el
Centro Cultural de la Diversidad. La puesta en escena está muy bien montada, la
iluminación y la escenografía se unen para darle sentido a la estación del metro
y lo logran muy bien sin pretender hacer algo complejo, sólo unas sillas
blancas, el nombre de la estación, un linóleo gris que cumple la función de
piso y una luz potente que se pretende cada vez que el metro llega, hacen que
el espacio se sienta verdadero.

En cuanto a las actuaciones logran muy bien la
interpretación de los personajes, hay momentos en el que les crees
completamente, sin embargo también hay otros momentos en el que la falta de
concentración se hace evidente
y pierdes un poco la fe en ellos. Esto sólo
sucede en algunos momentos de la obra, sin embargo es sorprendente la fuerza
que adquieren los personajes en escena
y esto es lo que nos permite conocerlos
y sentirlos más cercanos a la realidad, es como si de repente olvidaras las
cuatro paredes que te encierran y estuvieses del otro lado del andén escuchando
y viendo todo.

El final de obra se vuelve sorprendente cuando ella se da
cuenta de que nunca estará satisfecha con nada ni con nadie.