Ya lo dijo el cómico Demetri Martin
haciendo mofa de la escuela secundaria: "believe me… you don’t want to be
the unicycle guy
". Y es que no hay nada más
antisexy, ñoño y profundamente adolescente como treparse en un monociclo.

Todavía peor si tu afición por este deporte está relacionada con otras
destrezas del jipismo, como hacer dominadas con hacky sacks, practicar trompo chino o maniobrar pois con fuego.
Si además de esto llevas a un grupo de amigos que tocan los bongoes y cada
cinco palabras dicen hermanito o carnalito, admítelo: no tienes solución.

En este especial de monociclo
se intenta rescatar el prestigio de esta actividad, y demostrar que -a pesar de
los innumerables absurdos que implica hacer equilibrios sobre una rueda- existe
todo un contexto que rescata la dignidad de los monociclistas.

El nacimiento del monociclo se le
atribuye a un tal Allessandro Scuri, que en el año de 1861 se enfrentó a la
difícil tarea de reparar su velocípedo descompuesto. Hombre de altísimo
ingenio, a Scuri no se le ocurrió nada mejor que quitar la llanta trasera. Fue
entonces que un montón de subnormales pensó: ¡hey, eso puede ser divertido!

Ya entrado el siglo XX, este
primo raro de las bicicletas se profesionalizó y actualmente existen diferentes
modalidades como el estilo libre, el off road y el monociclo de montaña.
Aquí la prueba de que andar en monociclo
puede ser algo viril, cool y
sumamente original.