En muchas de sus películas
representó personajes que enfrentaban situaciones trágicas desde la más
absoluta inexpresividad, y poco a poco fue perfeccionando un humor sutil y
lleno de malicia, basado en su mayoría en el trabajo físico. En la película El Rostro Pálido saltó desde una altura
de veinticuatro metros y en El moderno
Sherlock Holmes
se rompió el cuello en una escena arriesgada.
Su paso al
cine se dio gracias al cómico Roscoe Arbuckle (mejor conocido como Fatty Arbuckle),
un gordinflón brillante que le otorgó a Keaton su primer papel en el cine en The Butcher Boy de 1917. Este tal Fatty
Arbuckle es el responsable del famoso "pastelazo en la cara", quizá el mayor
cliché de la comedia gringa.

Durante la década de los veintes
la popularidad de Buster Keaton creció de manera alarmante. En esos años filmó
sus mejores películas: Las tres edades
(1923), El navegante (1924), El héroe del río (1928), El maquinista del general (1927) y El moderno Sherlock Holmes (1924). Su
fama sólo fue ensombrecida por figuras como Harold Lloyd y Charlie Chaplin; sin
embargo, para muchos espectadores, la técnica de Keaton poseía un refinamiento único
y estaba muy por encima de otros actores. Era pues, el mero mero.