Aunque solamente cubre una parte de la cabeza, esta prenda es sumamente versátil y te puede hacer ver como un montón de personajes. Un lechero, un campesiono francés, un aficionado al jamón serrano, un guerrillero o un intelectual de izquierda. También puedes hacerte pasar por un militar soviético o un cazador de los alpes.

La boina es cómoda, ligera y amigable. A diferencia del Borsalino, no despierta sospechas. Es sinónimo de juventud y de experiencia al mismo tiempo, y combina de maravilla con camisas de cuadros, chalecos de piel y suéters de primo Walter (con rombos).

Personaje al que puedes emular: Ernesto Che Guevara.