Chilango

Vivir de la palabra en el DF

Paris Alejandro

“Sí no me funciona, voy a regresar con unos policías”, amenaza tibiamente una mujer joven a Martín Rocha tras comprarle un menjurje para eliminar hongos en las uñas de los pies. Él responde tranquilo e irónico: te vas a aliviar y si tráelos para que también pueda venderles mis productos.

Martín Rocha, es un merolico. Vive de la palabra. Convence a la gente que mira su pequeño puesto de productos naturistas que no supera 1.20 metros en la esquina de Circunvalación y Adolfo Gurrión en la Merced.

Su labia le permite vender $150 pesos de mercancía en 20 minutos, frasquitos con etiquetas ilegibles y productos de dudosos “laboratorios naturistas” aunque dice que fueron desarrollados por el IPN y que tienen un precio desde 15 pesos. ¿Será poder de convencimiento o hay muchas personas con callos, hongos, mezquinos y verrugas? Con un poco de arrogancia mientras muestra su cartera con unos 670 pesos y presume que diario vende entre 1500 y 2000 pesos.

Devoto de San Judas Tadeo, durante años ha aprendido a lidiar con el rechazo y los rostros incrédulos de los clientes, pero en dos minutos se llevan los productos en las manos y una esperanza de sanar sin gastar tanto dinero. Platicamos con Martín sobre su oficio de merolico.

Labia chilanga (Paris Alejandro)

¿Cómo te diste cuenta de que tenías un “don de palabra”?

En la primaria era muy platicador y siempre me gustó la radio, incluso trabajé dos años en Radio Educación y en el IMER, pero desde niño aprendí a tratar con la gente y a vender, porque de otra forma no había comida.

¿Dónde te iniciaste en las ventas?

Comencé con la fayuca en Tepito vendiendo aparatos electrónicos desde ahí. También he vendido polvos para limpiar metales y cassette. Yo te puedo vender hasta piedras. Ahorita tengo 24 años vendiendo productos naturistas.

¿Cuántas horas te la pasas hablando y cómo cuidas tu voz?

Pues yo cigarro, refresco y café. No hay de otra. Ahora si que aquí pues estamos a lo de barrio. Yo estoy aquí seis días a la semana de 10 de la mañana a 6 de la tarde.

¿Y cómo preparas tu mensaje para los clientes?

Trato de ver programas sobre médicos como el “Doctor House” o los de emergencias médicas. Reviso revistas y platico con los dependientes de las farmacias sobre los nuevos productos. Trato de tener un timbre de voz agradable, por eso módulo la voz.

¿Ensayas tu rutina de ventas?

Si, lo hago frente al espejo y a veces me ayuda Fabiola, una amiga, ella se pone en el lugar del cliente y me hace preguntas incomodas, difíciles, hasta las preguntas más obvias para que sepa reaccionar, eso lo hago una vez a la semana, pero cuando hay una novedad naturista que voy a vender lo práctico a diario hasta dominarlo.

¿Cuál es tu secreto de ventas?

Se les trata de hablar lo que si, honestamente. Eso si, yo soy honesto, yo no te voy a vender una cosa por otra. Yo trato de ser directo de explicarles lo más fácil, lo más rápido y efectivo para que entiendan, les hablo al chile, derecho. Trato de no ser grosero, porque es un cliente y quiero que venga continuamente y me recomiende.

¿No es un fraude, un placebo lo que vendes?

Yo no vendo ilusiones, yo vendo una realidad, un producto que sana. Trato de explicarles a manera de que ellos entiendan. Muchas veces es como si se lo estuvieras explicando a un niño, haz esto, hazle así, porque desgraciadamente la gente que viene aquí no tiene estudios por algunas circunstancias y les tienes que explicar así. Si no les funciona es porque no se lo aplicaron bien. Hay veces que les explicas y regresan: qué crees es que no sé como ponérmelo.

Corredor comercial (Paris Alejandro)

Este es el mensaje que Martín se echa en un minuto con 37 segundos y realiza una venta:

Dígame jefa, yo aquí la atiendo, qué necesita. A 15 pesitos mi jefa, transparente, rojo y pomada. Éste es producto original por eso le ve el sellito, son de esta empresa. Éste no es acidito de batería, éste es para piel delicada, para niño, para piel normal y en pomadita. Esto le quita callo, verruga, mezquino, ojo de pescado y siete cueros en dos aplicaciones y ya no les vuelve a salir. Y bien cerradito no caduca, le dura muchos años, para que usted no vaya al podólogo a pagar 200, 300 pesos la quemada, esto se lo quitan a más de 60 grados bajo cero, se cristaliza y se cae, pero esto, todos los callos, las verrugas, los mezquinos, haga de cuenta que son como arbolitos, germinan, entonces la raíz la tiene viva, al ratito va nuevo, vuelve a germinar. Esto le seca de raíz y ya no le sale. Ahora si usted se deja el mezquinito, la verruguita, ésas son infecciones cutáneas que supuran una agüita como el hongo y se van haciendo muchos, por eso ve mucha gente así. Entonces usted dice güerita, si se quiere usted o no se quiere. Bien barato. Así somos los mexicanos para la salud, pero para el vicio, el refresco y el cigarro, ¡uh! para eso sí somos buenos. Se lo juro. Luego yo les digo: ésta hay que limarse para que te lo apliques y ponerse cuatro gotitas y te tarda de 35 a 47 días. Pero me dicen: ¡ay no pero si yo no tengo tiempo”. Le digo: cuéntame cuántos segundos me voy a aventar, 1, 2, 3, 4, 5, 5, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, ni 15 segundos y cuánto cree que me tarde yo fumando un cigarro, póngale mínimo 10 minutos, pero mira para la salud así somos los mexicanos, pero usted dígame jefa. A $15 la pieza dos por $25. ¿Quieres probar con uno? Este te mata tu hongo, así lo tengas muy severo, trae una fórmula invención del Poli que es a base de extracto de hierbas.

Y ante la pregunta de un cliente sobre la efectividad de los “medicamentos naturistas”, Martín responde: ahorita la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) ha estado dando de baja muchos medicamentos naturistas y no es porque sean malos, sino por la competencia. Usted sabe que los que mandan son los empresarios, todas las de Bayer, todas esas, no quieren competencia. Por eso precisamente ellos fueron los que hicieron la idea, la onda de que los medicamentos fuera con receta. La gente con dinero tiene esas posibilidades, pero pasan a joder al pobre.

 No sólo algunos políticos y artistas tienen el don de la palabra, hay merolicos en la ciudad que con su labia convencen a los capitalinos. Ten cuidado, no te vayas a encontrar a alguno en la ciudad y te vaya a vender algo que no necesitas.