Chilango

La historia nacional no es como la pintan

Especial

Los días que corren llenan de orgullo y patriotismo el pecho. Los protagonistas de la Independencia se vuelven intocables en la historia oficial y se colocan en los altares de la nación; sin embargo, antes de ser héroes eran seres humanos y tuvieron uno que otro tropiezo.

Compartiremos con ustedes 12 curiosidades de esta fecha tan importante para los mexicanos. Si se saben otras, háganoslas saber.

Cambio de fecha

Esta nos la sabemos casi todos. El llamado y el levantamiento armado en Dolores inició la madrugada del 16 de septiembre de 1810, no la noche del 15. Hay dos versiones sobre la modificación de la fecha: la primera, que data de 1840, es que el 16 de septiembre iniciaban las sesiones del Congreso y querían evitar que los dos eventos se juntaran; la segunda es que el presidente Porfirio Díaz, nacido un 15 de septiembre 1830, quiso adelantar el grito para –¿por qué no?– tener una fiesta de cumpleaños digna de los llamados héroes que hicieron patria. 

Grito desesperado

La arenga o convocatoria de Miguel Hidalgo a la lucha armada no fue un llamado totalmente libertador, a la hora de la hora él dijo: “Muera el mal gobierno”, en referencia a los franceses, que por aquella época tenían invadida España, agregó: “Viva Fernando VII”, y por último: “Viva la Santa Religión”. O sea, de Independencia ni habló.

Wanted! Reward 10 mil pesos!

El 27 de septiembre de 1810, el Virrey Francisco Javier Venegas mandó publicar un bando en el que ofrecía 10 mil pesos de recompensa por “las cabezas” (así textual) de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende e Ignacio Aldama. Gracias a la modernidad, en la actualidad los altos mandos le han bajado a sus costumbres tan salvajes (claro, de manera oficial), y la PGR, el FBI o la DEA ofrecen recompensas, pero omiten aquello de las cabezas. 

Terror en las calles

Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado a las siete de la mañana el 30 de julio de 1811 en Chihuahua, a su cadáver se le cercenó la cabeza, que quedó junto a las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en la ciudad de Guanajuato, el 14 de octubre de 1811. Así se estilaba en la época para darle un escarmiento a los ciudadanos rebeldes. Y miren que bien lo aprendieron los malhechores de ahora.

Hogar Chilango

En 1823, se ordenó reunir las cabezas y cuerpos de los cuatro principales caudillos fusilados y decapitados en Chihuahua para trasladarlos, con honores y responsos, al pie del Altar de los Reyes en la Catedral de México. Los restos mortales permanecieron en la catedral hasta su traslado a la Columna de la Independencia en 1926.

¿Corregidora?

De origen noble y criollo, Josefa Ortíz de Domínguez quedó huérfana a corta edad, se crió en el Colegio de las Vizcaínas, donde aprendió lo necesario para ser una “mujer decente” y una esposa ejemplar. Se casó con Miguel Ortiz, quien disfrutó de puestos burocráticos antes de ser Corregidor (representante personal del Virrey). Ella era la esposa, no la Corregidora.

Amor Clandestino

Ignacio Allende fue cercano a Josefa Ortiz de Domínguez, dicen que andaba de romántico con una de las hijas del Corregidor, con quien finalmente no terminó en matrimonio. Sin embargo, hay versiones acerca de que Ignacio Allende y Josefa Ortiz de Domínguez fueron amantes. Uno de los que daba esta versión era el presidente del Comité de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, Juan Manuel Villalpando.

Paternidad responsable

Militar de carrera, en 1794, Ignacio Allende se convirtió en padre de un niño al que llamó Indalecio, el menor fue concebido fuera de su matrimonio con Antonia Herrera. Nunca formalizó su relación con ella, se hizo cargo de su único descendiente, incluso durante el movimiento insurgente.

Chico malo

Cuando se sumó a la conspiración de Querétaro, Ignacio Allende tenía 31 años y asumió el encargo de organizar la estructura militar del levantamiento. Allende, ante el arrastre popular y el respeto con que contaba el cura Miguel Hidalgo -en ese entonces de 50 años de edad-, le cedió el liderazgo del movimiento, el 31 de agosto de 1810. Tras múltiples diferencias, el 25 de enero de 1811, en la Hacienda del Pabellón, cerca de Aguascalientes, Ignacio Allende despojó del poder militar del ejército insurgente a Miguel Hidalgo, ante la negativa de tomar la Ciudad de México. Allende intentó envenenar tres veces a Miguel Hidalgo.

Excomunión y regreso al rebaño

Antes de movimiento de Independencia Hidalgo se enfrentó ante el tribunal del Santo Oficio por cuestionar el papel de la Iglesia y declaraciones heréticas, pero fue absuelto. El 24 de septiembre de 1810, desde Valladolid (hoy Morelia), el obispo Manuel Abad y Queipo excomulga a Miguel Hidalgo. El 9 de octubre se envía a los calificadores del Santo Oficio la causa inquisitorial contra Hidalgo para que emitan la censura teológica correspondiente, confirmándose 11 de octubre por el Arzobispo de México. El 13 de octubre, el tribunal del Santo Oficio ordenó que se publicaran 200 edictos inquisitoriales contra Hidalgo. El 17 de octubre, luego de la entrada triunfal de las tropas insurgentes en Valladolid, los edictos que ordenaban la excomunión del cura de Dolores, fijados a las puertas de los templos, habían sido arrancados y sustituidos desde la jornada anterior por un decreto del gobernador de la mitra, Mariano Escandón y Llera, conde de Sierra Gorda, que anulaba la pena canónica para Hidalgo.

¿Adiós a la castidad?

El 2 de mayo de 1808, una mujer acusó al cura Miguel Hidalgo y Costilla ante el comisario inquisitorial de Querétaro por haber vivido en amasiato con ella por varios años y comportarse como un “fornicario consuetudinario”. El 4 de junio se guardó el expediente por falta de pruebas.

El negrito en la Independencia

Más de 150 clérigos participaron activamente en la insurgencia y unos 400 más apoyaron, de una manera u otra, desde el inicio hasta la consumación del movimiento emancipador. Uno de ellos era José María Morelos, por su color de piel morena, no era bien visto por Miguel Hidalgo, hasta lo trataba con recelo. Pero mientras Hidalgo gritaba “¡Viva Fernando VII!” y Morelos escribe “América para los americanos” y dice todos somos iguales, se acabaron las castas, no hay indios, mulatos mestizos, todos somos americanos.