Chilango

El Quinteto de la Muerte (1955)

Especial

Con un espléndido reparto, encabezado por Alec Guinness y Peter Sellers -ni más ni menos-, El Quinteto de la Muerte es uno de los títulos clásicos de la comedia negra británica; se trata de una ingeniosa farsa donde las lóbregas fuerzas de la muerte, el engaño y el crimen quedan burladas frente a la sutileza de la inocencia, las buenas costumbres y las mejores intenciones. La película es muestra –además– de la espléndida capacidad narrativa del cineasta Alexander Mackendrick (1912-1993) y eso es claro al compararla con su innecesario remake (“The Ladykillers”, 2004) estelarizado por Tom Hanks y dirigido por Ethan y Joel Coen.
 
   Referencia ineludible del mejor humor británico, los Estudios Ealing produjeron (entre la segunda mitad de la década de los 40’s y la primera de los 50’s) un puñado de películas cuyo elegante y delicioso toque humorístico las convirtió en favoritas del público y en lección magistral de arte cinematográfico debido a los  niveles alcanzados por sus  actores y directores. Así, luminarias como los Herbert Lom, James Mason, Alec Guinness, Sid James, y el legendario Peter Sellers, brillaron bajo las órdenes de cineastas como Charles Crichton, Robert Hamer, Henry Cornelius y Alexander Mackendrick en películas como Hue and Cry (1947), Whisky Galore (1949), The Lavender Hill Mob (1951), El Hombre del Traje Blanco (1951), que alcanzaron una inusual perfección en las dos obras mayores de los Estudios Ealing: Kind Hearts and Coronets (1949) y El Quinteto de la Muerte (1955).
 
   El Quinteto de la Muerte narra las peripecias sufridas por un grupo de desalmados criminales que, liderados por el refinado profesor Marcus (Alec Guinness), se reúnen frecuentemente en una habitación y un sótano alquilados a la señorita Wilberforce (la veterana actriz Katie Johnson), una dulce y bienintencionada anciana a la que hacen creer que son un quinteto de músicos filarmónicos en busca de un lugar tranquilo para ensayar. Sin embargo, lo que realmente traman es preparar un ambicioso asalto que les reportará muy jugosas ganancias.

Todo empieza viento en popa, con los criminales engañando a la viejecita por medio de un tocadiscos que ponen a todo volumen cuando la escuchan cerca, pero las continuas intromisiones de la señora -que no deja de preocuparse por el bienestar de sus huéspedes- impiden el desarrollo de los planes y empiezan a poner un poco nerviosos al profesor Marcus y a sus poco avispados compinches. La cosa se complica cuando, accidentalmente, la mujer descubre su identidad. Entonces no hay duda de lo que hay que hacer: eliminar lo más pronto posible a la casera. Sin embargo, el quinteto será todo lo malvado que se quiera a la hora de cometer los peores crímenes, pero para borrar del mapa a una dulce ancianita no son muy diestros, por lo que se verán envueltos en una empresa poco menos que imposible y que puede llegar a costarles -literalmente- la vida…

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