Chilango

Cinco pinturas de Dr. Atl que todos debemos conocer

Gerardo Murillo Cornado es el nombre y el hombre detrás del álter ego Dr. Atl. Para la historia mexicana del arte, uno de los mejores paisajistas, hecho y derecho a la vieja escuela en la Academia de San Carlos, Bellas Artes y posteriormente con estudios en Europa patrocinados por Porfirio Díaz.

No sólo se dedicó a la pintura, fue un artista multidisciplinario que incursionó en la literatura, el periodismo, la caricatura, el ensayo, fue geólogo, vulcanólogo y estudió un doctorado en filosofía, título que antepuso a su seudónimo en náhuatl.

Este martes 3 de octubre se cumplen 142 años de su nacimiento y hasta Google se encargó de recordarlo y homenajearlo con un original doodle que hace alusión a los paisajes volcánicos y montañosos que Dr. Atl se distinguía al retratar.

Alumno del también célebre paisajista José María Velasco y maestro de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, Dr. Atl revolucionó la pintura con su técnica «Atl-Color» e impuso un estilo inigualable que rinde homenaje a la naturaleza, la cultura y los volcanes de México.

Aquí hacemos una breve lista de sus obras más representativas y queridas por los amantes del arte:

1.- Popocatépetl desde un avión (1958)

Sus estudios de vulcanología lo trasladaron constantemente a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, mismos que retrataba en cada oportunidad que tenía.

2.- Nahui Ollin (1922)

Durante 5 años, la vida amorosa de Dr. Atl giró en torno a la poetisa y pintora Carmen Mondragón, a la que rebautizó como Nahui Ollin, que significa «renovación continua del universo o cuarto movimiento».

3.- Erupción del Paricutín (1943)

Su técnica «Atl-color» emuló los vívidos e intensos colores que explotan en esta obra, tal cual la lava del volcán michoacano destruyó al pueblo de San Juan Parangaricutiro. Dr. Atl pintó este volcán cientos de veces.

4.- Autorretrato (1948)

De todos los autorretratos de Dr. Atl, éste es uno de los más interesantes: su formato vertical, la enigmática identidad de la mujer del fondo y, nuevamente, su técnica única hacen a esta pintura un misterio en cada detalle.

5.- La Nube (1934)

El azul del cielo, las voluptuosas nubes y el contraste de colores son los ejes de este cuadro que evoca tranquilidad. Cuando Dr. Atl vivió en una cabaña cerca del Popocatépetl, afirmó que tenía que sacar las nubes a sombrerazos. Ésta, junto con otras obras, se pueden admirar en el Museo Nacional del Arte.