Cuando se estrenó 127 horas, más allá de la gran dirección de Danny Boyle, el tema que acaparó la atención de todos fue James Franco y “la escena del brazo”. Y es que hay gente bien enferma a la que le gusta retratar nuestros peores miedos y más temidos dolores en la pantalla grande. Así pequeños pedazos de cintas gore y snuff se meten en nuestro cine cotidiano y cuando menos lo esperamos ¡bam! Nuesta abuelita está tirada en el suelo sufriendo un colapso nervioso. Y no es para menos, hasta los más respetables machos han aplicado el me-bajo-la-gorra-pa-no-ver-lo-que-está-pasando o el siempre útil “chequeo oportuno de celular”. Algunos otros de hombría más dudosa nos tapamos los ojos con todo el cinismo del mundo y nos vale cualquier humillación que eso provoque.

Así que bueno, acá va nuestro conteo de las diez escenas más perturbantes del cine. Momentos en los que para salvaguardar la poca inocencia que te queda debes verte los pies y esperar a que pase el horror.

Aprieten un peluche, entrecierren los ojos y vamos al siguiente.