En este comedor recién remodelado y discretamente reabierto –mantiene su estilo de pub elegante tras un meticuloso trabajo de carpintería–, se alienta el arte de la conversación. Políticos, hombres de negocios, grupitos de desesperadas (o esperanzadas) amas de casa, parejas ilusionadas, amigas y amigos varios, comen, cenan y platican con jazz, bossa nova, lounge o flamenco chill out de fondo. Eso sí, no levantes demasiado la voz, pues tus vecinos podrían enterarse de tus proyectos políticos, empresariales o sentimentales.

Se puede respingar porque el excepcional foie gras al torchón (se aprecia la cocción del ganso en su jugo) rinda menos untadas de las que tu gula quisiera en esa deliciosa entrada. Sigue con la crema de tomate, dueña de un sabor modesto pero disfrutable, o con el bisquet de langosta, espeso y muy aromático (antes de la primera cucharada ya te habrá conquistado por el olfato). Tratándose de un grill, las especialidades son los jugosos petit landó (corazón de filete) y prime rib, pero anímate a explorar más placeres que los de la carne de res y aventúrate por los senderos del confit de pato (acompañado de una salsa a base de mostaza dijon, aunque más seco de lo deseable) o los del robalo al grill, con su exquisita salsa de tres chiles (mulato, guajillo y pasilla). Platillo excepcional, éste es un abanico de sabores picantes y agridulces. Y para cerrar con broche dulce, ¿qué tal la especialidad de la casa: la nada dietética bomba de chocolate (pídela con 25 minutos de anticipación)?

El Landó Grill es refinado, no solemne. Elegante, pero relajado. El atento servicio no peca de encimoso. Como las buenas conversaciones, el Landó Grill se aloja largo tiempo en la memoria.