Cuando un restaurante llega a sus 10 años lo aplaudimos con fervor, no es para nada fácil llegar a la década en un mercado tan reñido como el de la comida y más en nuestra querida Chilangolandia.

Pero cuando un local llega a sus 77 años, lo que merece es una ovación de pie porque si de por sí llegar a los 10 años es difícil, pasar de los 70 es odisea. Pues bien, La Ribera es uno de esos casos y más que un restaurante, es una institución.

Calificado como el hogar del mejor cabrito de México, La Ribera también cuenta con varios extras que lo convierten en uno de los consentidos de los comensales de aquí y bueno, de todos lados.

Para empezar, cuenta con un bar soberbio: enorme y muy bien surtido, el espacio es amplísimo y las mesas bastante grandes, lo que lo convierte en un sitio ideal para grupos grandes.

El menú le hace honor a su reputación: las entradas son súper deliciosas, puedes encontrar el chile ancho relleno con revuelto de escamol, enmoladas rellenas de queso Oaxaca, queso fundido “Arroqueño” con huitlacoche y mezcal, hasta las dobladitas de chicharrón prensado.

Es decir, es comida única en su estilo, al menos aquí en la CDMX. Los platos fuertes son inmejorables, los camarones gigantes a la diabla están de otro mundo y la cecina enchilada con guacamole y papas son geniales.

El menú cambia todos los días así que te recomendamos que vayas todos los días que puedas para que pruebes todas las delicias del menú. Pero sin duda, la especialidad de la casa es el cabrito: jugoso, bien cocido y muy aliñado, lo acompañas con salsa roja y frijoles. No tiene pérdida.