Hay lugares que no necesitan de una gran producción para hacer de ellos un lugar placentero. A veces, lo único que necesitan es una barra con gente atenta, un par de mesas y una atmósfera informal y ya la arman. 

La Raclette suena como a lugar pretencioso y con infulas de Polanquito, pero es de lo más sencillo: estilo industrial chic, un letrero vistoso y unas cuantas mesas, es suficiente para hacer de este lugar algo especial. 

Desde el inicio sabes que no es igual que los demás. Y no lo decimos porque esté a orillas de calle, sino por lo increíblemente rico de su menú, el cual es sencillo y justamente ahí reside su encanto. Al encontrarse cerca de una zona de trabajo, los desayunos son copiosos y bien hechos: enchiladas, chilaquiles Zapata, chilaquiles con huevos y tocino, una gran variedad de omelettes (desde el light hasta queso de cabra) y huevos rancheros.  

Pero la especialidad son las raclettes —sándwiches—, hay mas de 30 variedades y aquí te daremos unas recomendaciones que harán de tu visita una residencia permanente.

La D.F. no es más que una raclette inspirada en el espíritu defeño, hecha con alambre de arrachera Texas, pollo con queso o con chilorio. Una opción que le hace honor a nuestro origen chilanguito. 

Una que nos encanta es la Bratislava: pechuga de pavo ahumada, queso panela asado, pepinillos, arúgula y un toque de aceite de oliva y balsámico. Bien robusta y bien llenadora. 

Si buscas algo más gourmet porque quieres impresionar, pide la St. Tropez: salmón, queso Philadelphia, alcaparras, cebolla morada y aceite de oliva. La Lyon también es una excelente opción: arrachera Texas, queso holandés, cebolla salteada, queso parmesano, mostaza, arúgula y un toque de balsámico. Delicioso y feliz.