Un lugar clásico, con más de 60 años de historia, pues nació en 1956, cuando la familia Lara decidió traer una probadita de Veracruz al entonces Distrito Federal. Su lema actual es “Todo México en su mesa”, pues el menú incluye platillos típicos de los diferentes estados, como tampiqueñas, arracheras, toda clase de moles, sopa tarasca de Michoacán, panuchitos yucatecos, etcétera, pero su especialidad son los pescados y mariscos veracruzanos.

Así que continúan dando más que una probadita del Veracruz, ya que al sabor suman música en vivo de jarochos y chinacos, ese grupo anterior al mariachi que surgió allá por la colonia y que solo cuenta con guitarra, guitarrón y acordeón.

El ambiente jarocho envuelve desde la llegada y no sólo por la decoración del restaurante, sino porque una señorita vestida con traje típico recibe a los clientes y los conduce a las mesas.

Si lo que quieres es compartir, pide la fuente de mariscos, que es única porque incluye coctel de camarón con pulpo, cebiche, jaibas cocidas y camarones para pelar, ostiones en su concha y aguacate relleno, con una presentación espectacular en recipientes de barro.

Otra entrada puede ser el plato jarocho, con seis tradicionales antojitos, picadita verde y roja, gorda de frijol, garnacha, sope, empanada y en medio un tamalito de elote. Y si vas con hambre, te sugerimos el filete rubí, un pescado relleno de camarones y espinacas bañado en crema de tomate y gratinado.

De postre, una buena elección es la delicia de guayaba, un flan con este fruto bañado con jarabe de cajeta, o el flan de la casa, que es parecido al napolitano pero con líneas de chocolate.

El bar ofrece toda clase de bebidas, en especial mexicanas pero la tradicional es el torito veracruzano, un aguardiente de caña y pulpa de fruta con leche que se sirve con mucho hielo; generalmente hay de guanábana, cacahuate, coco y mamey, y en ciertas temporadas de limón, piña y tamarindo.