Es como ir a beber a un museo, literal: está en lo que alguna vez fue el Museo Taurino y está decorado con trajes de luces y carteles de corridas de toros.

Hay muy pocos meseros, pero te atienden con gusto y son platicadores. La botana es poca, pero rica: sirven el tradicional caldo de camarón, las quesadillas de papa y tostadas de pata a cualquier hora del día, sin consumo mínimo. A la carta pídete un molcajete aunque es mejor para compartir.

En sus mejores años, la gente hacía fila para entrar a este lugar, pero ahora es,más bien, austero y modesto. Hay un trío y tiene rockola.

TIP: Tómate un tiempo antes de entrar o salir para checar las frases pintadas en los mosaicos de la entrada. Son de una sabiduría centenaria.

Botana: 11 h hasta que se acabe.