Este lugar es uno de los pequeños museos de Coca-Cola, un lugar simpático por el decorado que incluye cuanto objeto (pequeño, mediano y regular) imagines de esta marca de refresco.

Aunque aquí a lo que se viene no es a curiosear (aunque se vale) sino a comer pizza y nada más. Las hay de combinaciones sencillas, como la de simple queso o la de pepperoni, a creaciones completísimas con camarones, chorizo y vegetarianas.

No esperes una pizza a la italiana (con la masa crocante), sino una masa un poco más suave, igual de rica, con las orillas tostadas.

Es un lugar ideal para visitarlo saliendo del cine o un domingo por la noche: abre temprano y cierra tarde.