La vida es aquello que se te va mientras tratas de buscar un lugar decente de comida japonesa. Acostumbrados al ritmo veloz y despersonalizado de la ciudad, este pequeño restaurante de la colonia Roma, te invita a que respires en modo Zen y te despidas de lo que te aqueja, al menos, por un rato.

Ambientado con muebles de segunda mano y un mural sacado de un libro de cuentos, Gohan Tin no pretende ser un lugar con aires de grandeza ni elegancia, más bien, te invita a que comas platillos no presentes en las cadenas de comida asiática con la finalidad de que mandes al diablo a su competidores. Y todo, por un módico precio que no sobrepasa los $150 por persona.

Empecemos por el ramen: una sopa hecha a base de caldo de pollo, cerdo o carne, fideo Udon, huevo cocido, trozos de carne y alga por $65. El plato es enorme y no te lo terminas cuando te encuentras con otras delicias en la carta. ¿Un plato poco común? el economiyake, una especie de hot cake hecho con huevos, verduras, mariscos o carne, aderezado con salsa agridulce y mayonesa. Una opción más conservadora es el pakoyaki, bolitas de harina rellenas de mariscos, verduras o queso. También puedes encontrar los clásicos onigiris, arroz frito y sushi.

Mención aparte merece la pastelería que forma parte de este restaurante: Mari’s pastry “repostería fina japonesa” cuya barra siempre está llena de dulces deliciosos cuyo aroma hipnotiza a los inocentes comensales. Esta cocina está liderada por la chef japonesa Mari C. Hioki y su especialidad es el pastel de té verde con chocolate blanco que, justamente, es el que más rápido se acaba.