Un viejo proverbio árabe afirma que: “Nadie come mejor que el que se procura la comida con sus propias manos”. Pues entonces ¡dile adiós a tus cubiertos y prepárate!, porque en este lugar no sólo vas a comer, también habrá algo de juego, otro poco de ritual, un tanto de misterio y mucho, pero mucho sabor. Pocas veces el acto de comer se transforma en una actividad creativa, donde si te concentras, puede que resultes el verdadero artista.

Lo primero es la canasta de pan de pita, el famoso pan árabe. Pide el plato mixto árabe y el plato mixto de ensaladas y olvídate del primer y segundo tiempo. Pídelos al centro como un verdadero jeque. Aquí es donde comienza el juego.

Prueba un poquito de aquí y de allá y déjate llevar por las formas, colores y rellenos basados en deliciosas mezclas de carne, arroz, trigo y especias.

Unta el pan con hummus (puré de garbanzos), baba ganush (de berenjenas) o jocoque (vienen siempre con un toque de aceite de oliva y condimentos), es la mejor manera de abrir el apetito a otros platillos como el keppe, que es una especie de pastel de carne cocida y trigo, de consistencia seca, muy sabrosa y un tanto dulzona.

El tabule (ensalada de trigo, jitomate, perejil y cebolla) es una exquisitez por la mezcla de sabores. La ensalada de pepinos con jocoque es el complemento ideal, ya que refresca y suaviza otros platillos.

El falafel son tortitas de habas con garbanzos. El gusto es extraño, un poco picante, fuertemente condimentado y atenuado por la acidez de la salsa que las acompaña. Solamente untarlas y sentir cómo se escurren en tu boca será inolvidable.

Otros manjares que encuentras en el plato son: tacos de col, calabaza rellena, keppe bola, keppe crudo, empanadas de carne, verdura y queso, que te encantarán por el fuerte contraste de sus ingredientes y la variedad de combinaciones.

Para beber: la cerveza o vino de la casa resultan respetables; ten en cuenta que el fuerte del lugar es la comida.

Si aún queda espacio en tu estómago pide algún dulce árabe, como el pay de dátil y nuez, el belewe de nuez o ciruela (pañuelitos de hojaldre rellenos), o el mamul de dátil, son deliciosos y sugestivos. Como cierre te obsequiarán un vasito de té de hierbabuena que sin lugar a dudas agradecerás.

El servicio es rápido, atento y te servirán con un atuendo típico. El ambiente, relajado e informal. Hay gente que se reúne en el lugar sólo para tomar un cafecito turco.

En la decoración podrás ver los narguiles que son pipas de vidrio para fumar diferentes tabacos, así como las esfinges doradas, además de una pequeña tienda con productos.

Como broche de oro, cruza la calle y complementa la experiencia haciendo un pequeño paseo digestivo por los Viveros de Coyoacán. Es parte del ritual…