Una de las cosas más cute que puede existir es un café pequeño. Sí, al estilo Polly Pocket. No tenemos ni idea del porqué, debe ser porque al ser tan diminutos, dan la sensación de ser exclusivos, lugares pequeños donde apenas si caben unas 5 mesas y están distribuidas a lo largo.

También dan la impresión de que hay mucha calidad en sus platillos justamente porque su oferta es limitada y repleta de sabor.

En esa onda está Chiquitito café, una ternurita de lugar con poquitas mesas y atmósfera íntima, por lo que no nos extraña que hayan convertido lo que parece una flaqueza, en una oportunidad que le otorga identidad a su marca.

Efectivamente, Chiquitito café es diminuto, de hecho, da la impresión de que en cualquier momento saldrá un duendecillo a limpiar las mesas porque no sólo se trata de lo pequeño, si no también de lo acogedor.

Cafés para todos los gustos

Fundado en 2012, la propuesta de Chiquitito café fue sencilla: poco espacio, mucho amor. Y por eso su carta se especializa en cafés de todo tipo, incluyendo aquellos cafecitos hechos con prensa francesa y aeropress (una especie de cafetera que prepara cafés a presión, reduciendo en 50% el tiempo de elaboración) además de otras técnicas que mejoran el sabor natural.

Si te inclinas por algo más soft puedes pedir tu café con leche de soya, deslactosada o de almendra. Para los amantes de las bebidas frías, Chiquitito café vende frappés de capuccino y de mocha para morirse, de hecho, son los favoritos del lugar.

Ahora, si lo que hace es hambre, hay una buena variedad de sándwiches. El que más nos gusta es la baguette con tomates rojos, mozzarella fresca y pesto por sólo 55 pesos. Una opción carnívora, es el pan blanco con jamón de pavo, panela, tomate, lechuga y chipotle, por 60 pesos. Sano, saludable y delicioso.