Por Sandra Lucario

Si Frida Kahlo hubiera sobrepasado las barreras de la pintura y tomado la sarten por el mango, ido a la cocina y traducido su obra Las dos Fridas en un platillo, ¿a qué sabría? Tal vez la habría convertido en una pizza, con salsa de tomate, alcachofas, médula, palmito y unas gotas de jugo de limón.

¿Qué pasaría con los Nenúfares de Monet?, ¿con La ola de KanagawadeHokusai?, ¿conEl hijo del hombre deMagritte?, o ¿conDesnudo en blanco deRufino Tamayo?

Porque no basta con imaginarlo, al empresario restaurantero Rigel Sotelo se le ocurrió quesi se pretendía ubicar a la gastronomía como una más de las bellas artes, ésta debía complementarse con otra, a fin de realmente expresar –en sí misma– algo más que sabores, texturas y aromas.Así, a través de la pintura y la comida este lugar quiere lograr un acercamiento no sólo entre ambos sino también entre la gente yla historia del arte.

Ubicado en una casa vieja de la colonia Roma, en el que fueraEl Café de Nadie, cuna del movimiento estridentista, aquel café de los años 20 en donde el poetaManuel Maples Arce tomó la cafetera, se sirvió café, se sentó, lo tomó y le dejó su pago y propina a nadie. La doctrina de aquellos (“confiar en que la insolencia con alegría, pero en dosis fuertes, despertaría a la gente de ese fatídico letargo novecentista) aún se percibe en las escaleras, en las paredes y en los salones de este lugar.

No sabemos si a ustedes, pero a nosotros nos emociona estar y disfrutar un rico menú entre las cuatro paredes en las que alguna vez discutieron –juntos, separados o consigo mismos– Fermín y SilvestreRevueltas,Diego Rivera, Manuel M. Ponce y Carlos Chávez. Una pizca de extra para conocer este lugar.

Durante nuestra visita tuvimos la oportunidad de probar el café de Munch, un espresso espumado (con la imagen de El Grito) y un delicado sabor a clavo; el efecto: un intenso sabor a café y, al final, un toque de frescura, y un par de los nuevos platillos de la carta; el efecto: sabores conocidos preparados con un twist inesperado.

Y así funciona, Rigel, quien también funge como chef: se encarga de elegir las obras, investigarlas,decidir cómo presentarlas,interpretarlas,encontrar los ingredientes (orgánicos) que podrían adaptarse (adquiridos en Xochimilco) y mezclarlos. Además de los platillos de la carta, cada día cambia el menú (de alta cocina): sopa aguada, seca, plato fuerte y postre.

Además de la comida, Sinestesia tiene un espacio que funciona como centro cultural y, obviamente, también es una galeríaen la que se exponen obras de artistas, de los egresados de La Esmeralda, específicamente. También ofrece catas de mezcal, espectáculos teatrales,proyecciones de cine y conferencias.

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