Eso de que los mexicanos hacemos de todo un taco puede comprobarse, “a ciencia cierta”, con las carnitas de róbalo que se sirven en este restaurante. Trozos del pescado frito (que emulan a las de puerco) crujientes y servidas con guacamole y tortillas calientes; el resultado, además de no extrañar el taqueo, es una excelente entrada que, en épocas de calor (eso sí, aquí las servilletas son de tela) y que se puede acompañar con un vino blanco. Ahora, si lo que necesitas al momento de sentarte (en medio del calorón a la hora de la comida) es algo que te refresque, mejor empieza por un cebiche, platillo cada vez más popular entre nosotros o un carpaccio: las láminas finas del pulpo o el pescado, vienen bien para una comida ligera. Hay que hacerse a la idea de que una visita a este restaurante es, en gran medida, con fines corporativos (principalmente por su ubicación al interior del Centro Comercial Arcos Bosques). La pinta es de lugar elegante, muy clásica: manteles blancos, mobiliario color chocolate, servicio protocolario y sabores del puerto mexicano (de Baja California y Ensenada). La excepción se da los sábados y los domingos, cuando es más común encontrarse con familias completas. Una buena opción en la zona si lo que se quiere no es visitar una marisquería de aires dicharacheros.