Se trata de un pequeño local ubicado en Polanco, con sus espacios muy bien distribuidos, cuenta con una pequeña barra que da a la calle, y en el interior hay unas cuantas mesas y sillas de aluminio que contribuyen fielmente al concepto y ambientación que uno tiene en mente cuando piensa en una marisquería.

El menú incluye lo clásico, ceviches, cocteles, tostadas y pescados, todo está muy fresco y bien preparado, pero no hay duda alguna de que la joya del lugar es el caldo de camarón: las proporciones de los ingredientes son perfectas, no le sobra ni le falta nada, es tan bueno que hasta dudas si ponerle limón o no, pues no quisieras cambiar nada de su sabor. Después de echarte tu caldito (que es un deber pedirlo) hay varias opciones, como la tostada de róbalo curado con mayonesa de hiervas o la empanada de camarón con chipotle y queso crema, ambas ideales para abrir paso al infalible “vuelve a la vida” (el mejor amigo de los crudos) que consiste en un coctel de camarón y callo de almeja con una salsa de raíz fuerte, salsa tabasco, clamato y catsup.

Seguramente se preguntarán ¿Qué es lo que diferencia este lugar de cualquier otra marisquería? La respuesta no es tan obvia para todos, salvo quizá para aquellos que vivan o trabajen en Polanco. La propuesta de este lugar es una que abunda en la ciudad de México pero se encuentra en peligro de extinción en la zona de Polanco; se trata de algo simple: comida sabrosa, de buena calidad y a un precio adquisicible, una opción ideal para que las personas que trabajan o viven en esta zona coman entre semana.