Por: Mariana Camacho

Este lugar es como una “fonda” (porque maneja un menú por tiempos, bien servido y muy completo), pero con asesoría nutricional. Puedes llegar para el desayuno, la cena o la hora del cafecito; en la planta baja hay unos cómodos sillones y revisteros para que te acomodes a gusto.

Para comer puedes empezar con un caldito de pollo o una sopa de garbanza, llega en un tazón pequeño, hirviendo y muy espesa. De la típica mesa mexicana tienen como segundo tiempo arroz o spaghetti. Y como fuertes hay variedad: puedes irte por la clásica milanesa de pollo con ensaladas, o (muy recomendable) un budín azteca o un tempura de verduras (no es un lugar de cocina oriental pero les queda muy bien).

Los postres varían con el día pero si te topas con un profiterol relleno de crema, pídelo, acompañado de un cafecito.

Otra cosa que se agradece del lugar es el servicio, muy atento y con los propietarios siempre rondando por las mesas, para lo que haga falta. Otra ventaja es que cuentan con servicio a domicilio.