Un buen caldo siempre nos remite a la infancia y la calidez, y aquí los hacen excelentes. Caldos Castro tiene más de cuatro décadas consintiendo a sus clientes con este elíxir con sabores de antaño, pero eso sí muy naturales, pues se oponen a todos los procesados. Las tortillas son de puro maíz de nixtamal. El mole para las enchiladas lo elaboran ellos mismos, desvenan los chiles, los preparan y llevan a la molienda. Nada de recurrir a jitomates de lata ni tetrapacks. Además compran aguacate del hass. Aquí están convencidos de que los buenos ingredientes son indispensables para un buen caldo de gallina y para cualquier otro platillo y que sus clientes lo merecen.

El establecimiento es muy limpio, con 13 mesas para cuatro personas y siempre hay gente. En la barra de la izquierda sirven los caldos y preparan tortas a la plancha (de jamón, huevo, pollo y salchicha). Además hacen sopes de pura salsa o con algún ingrediente.

Aunque todo está rico, los caldos son los protagonistas: pide uno de mollejas ($65) con una orden de sopes con pollo y crema ($55). También es posible pedir un caldo solo ($30), o con huacal, hígado, pierna, muslo, menudencia, patitas o pechuga. Las tortillas para acompañar el caldo son de comal, recién hechas en una maquinita para agilizar el servicio. Las salsas son las indispensables, la roja es de puro chile de árbol y especias, mientras que la verde es elaborada en crudo, con tomate, chile serrano o de árbol verde, aguacate, cilantro y especias.

No hay ningún tipo de bebida alcohólica, y de refrescos únicamente tienen el tradicional orange crush, boing de sabores, sidral y coca. Pero, la verdad, pidas lo que pidas, prueba el tepache frío ($13), natural y de barrica de cedro, ellos lo preparan con la receta de la casa, endulzado con piloncillo.