Atrás de esa puertita casi clandestina, camuflada entre un supermercado y un edificio, en medio de casas y otros comercios de las Lomas, se esconde Bakea, un lugar sin mucha producción. Su decoración sencilla y conservadora, al igual que los aromas que lo envuelven, lo hacen un recinto acogedor que te invita a cruzar el umbral para descubrir los manjares de la comida vasco-francesa, bajo la batuta de su chef propietario Vicente Etchegaray, quien merece una standing ovation por los multiorgasmos al paladar a los que te llevará con sus platillos.

El sabor, así como la cuidadosa presentación de los platillos, te confirman que definitivamente estás en un lugar que rinde tributo a la alta gastronomía. El cuidado de todos los detalles, además de la invariable presencia del chef, ha hecho de Bakea un lugar muy recurrido, entre semana por señoras de las Lomas y hombres de negocios, y los sábados por adultos jóvenes, adultos mayores y familias (te recomendamos no llevar niños chiquitos). El menú es estacional y, por lo tanto, cada seis meses están de estreno para aprovechar las bondades de los productos de temporada. Entrando de lleno a los manjares, el foie gras sellado, sutilmente grasosito pero fenomenal, es sólo el comienzo.

A continuación puedes seguir con la sangría de lechugas, de impecable presentación y frescura, además de ser un verdadero festival de color, con un toque semiamargo que se complementa increíblemente con el agridulce sabor de la vinagreta que lo enmarca. Los ravioles de queso azul y mermelada de cebolla con mantequilla de jitomate se convierten en una mezcla ecléctica, al combinar el toque de dulzura proporcionado por la mermelada de cebolla y la fuerza del roquefort. El rack de cordero horneado en su punto, suave y con la cantidad indispensable de hierbas y especias que resaltan la pureza de su sabor penetrante.

Y para cerrar con broche de oro, ¿qué tal un mil hojas de frambuesa? El flechazo de rojo colorido que traen consigo las dulces frambuesas, sumada a ese toque acidito tan característico y el toque de la crema crean una maravillosa armonía de sabores que te harán disfrutar sin que termines empalagado

Para una comida o cena más acogedora, hay que pedir una mesa en el cuarto viejo. Bákea es un lugar en el que la buena comida puede considerarse una inversión, vale mucho la pena pagar por lo que se come.