¿Por qué nos molesta?
Aunque siempre es molesto — vienes a comer, no a
que den clases y, además, qué feo se siente que te balconeen delante de tus
amigos o de tu cita — es peor aún cuando sabes que el que lo está pronunciando
mal no eres tú, sino el mesero. Es como cuando el taxista insiste que se sabe
una ruta me mejor que la tuya y luego terminas haciendo tres horas de
camino. ¿Qué no se supone que es su trabajo saber esas cosas?

¿Qué hacer en estos casos?
Si en verdad lo estabas pronunciando mal,
simplemente pronúncialo correctamente a la próxima. Si el que está mal es el
mesero, es mejor tragar saliva. No vaya ser que se indigne y termines tragando
saliva de verdad.