La Fuente de la Juventud
Pásele marchante

El lugar repleto (de gente
y elementos kitsh, entre otras cosas), música y escándalo. Sí, aunque
lo dudes, acabas de llegar al paraíso. Sólo falta la arenita para
sentirse recostado en una palapita (nada elegante) de Acapulco. Aquí,
lo primero que sirve para hacerte recordar al estilo María Bonita son
los clamatos con cervecita y ostiones en bola (nada modestos de tamaño;
todo un vuelve a la vida. Para seguir te recomendamos pedir camarones,
servidos en órdenes para vagos y ciegos, en cualquiera
de sus presentaciones: frescos para pelar, al mojo de ajo, a la diabla
o a las brasas (y lo mismo ocurre con el pulpo). Te recomendamos ir
en grupo, porque con las porciones no te la vas a acabar.

Cura crudas: aguachile de camarones
gigantes