(Nos pintamos solos)

De acuerdo, ni nosotros nos salvamos de ser pidatas. Y aunque podríamos argumentar que lo nuestro no es vil plagio sino “influencia” o “inspiración”, lo cierto es que cuando hace seis años planeábamos el primer número de Chilango, le echamos el ojo a revistas de otras ciudades, a su vez inspiradas por esta publicación neoyorquina, creación de Clay Felker en 1968. Para ser elegantes, digamos que, simplemente, nos remitimos a los clásicos.