Este lugar, a cargo de
Alejandro Zárate y el chef Roberto de la Parra, se dedica al diseño de
experiencias gastronómicas a la medida. Su espacio es para unas veinte personas, que deciden cuándo reunirse y
qué vinos tomar.

Una vez terminados los arreglos, ambos anfitriones (ambos
bonachones) te reciben con toda la informalidad y calidez del mundo: te colocan
el mandil, te ofrecen una copa de vino y te asignan una tarea de cocina según
el menú que hayan decidido preparar para ese día (el pato parmentier es uno de
sus favoritos).

Para el final, se sirve la mesa (casual, pero muy bien montada),
se degustan los platos y se catan los vinos (con la profundidad que tú lo
requieras)
con una dinámica y "etiqueta" bastante relajada.

Estos talleres
también funcionan como parte de la difusión de la enología mexicana;
generalmente los vinos participantes son nacionales y los anfitriones te
facilitan la compra de algunas etiquetas con su programa Nación de vinos.

El
costo de los talleres varía con el número de personas y menú.

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