Primer paso:
Si tienes la alacena vacía este ejercicio tal vez no sea tan productivo. Pero prueba con lo que tienes a la mano. Coloca en diferentes platos un trozo de chocolate, una rajita de canela, un poco de clavo, un chorrito de crema, un puño de tierra mojada, una rodaja de toronja, otro de pera, otro con nueces y almendras, un poquito de miel, un poquito de aceite.

Segundo paso:
Luego agrega a esta lista, cualquier cantidad de productos que se presten para que los huelas. Pasto mojado también se vale.

Tercer paso:
Véndate los ojos o ciérralos. Y huele cada uno de los platos. Todos son olores que tú ya conoces, sólo tienes que despertar un poco la memoria de tu olfato.

¿Y cómo para qué?
Tu lengua sólo distingue cuatro sabores, el resto de la magia viene de los olores. Por eso, cuando tienes gripa la comida sabe a "nada".