A la oferta clásica del Centro Histórico le vino bien una propuesta como esta. Algo de cocina contemporánea en una terraza con buena vista al Templo Mayor (todo un espectáculo si además te toca un día de lluvia). El menú tiene una excelente propuesta de entradas (de hecho, podrías quedarte ahí y picarte para no pasar a los platos fuertes nunca). Hay un rico queso brie con salsa de chiles, engordador y delicioso, unas tostaditas de pato con mole (una combinación que se ha probado muchas veces y es ganadora).

Para el postre sirven la versión mexicanizada del fondant, un pastel de chocolate caliente que tarda veinticinco minutos en llegar y por el que vale la pena la espera.

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