¿Te dan miedo las cantinas?¿Eres un extraterrestre? Entra en alguna de estas y comienza tu enseñanza preparatoria en un ambiente controlado con encuentros cercanos del primer tipo.

Salón Niza: La curva del aprendizaje
Cuenta el periodista Eduardo Salazar que durante la Guerra de Irak tuvo un guía que no dejaba de hablar de las monumentales curvas de Olga Breeskin. Dicho iraquí aquí sería dichoso, pues las paredes están cubiertas de óleos con beldades voluptuosas que son un injerto de la Breeskin con los buenos tiempos de la Tigresa. Hasta el local es curveado y en el día muy luminoso. De ser una tienda de abarrotes que vendía alipuses, pasó a cantina de segunda y llegó a ser el lugar de primera de hoy. Todos los meseros están ataviados con impecable saco blanco y corbata y el 70% tiene trabajando aquí más de 25 años (al pintor Phil Kelly, por ejemplo, lo atiende Felipe, hijo del mesero que lo atendió por años). No hay botana, ni rockola pero tiene dos teles de plasma, puedes jugar dominó, pedir alguna torta u otro buen platillo de su carta.
Chapultepec 259 esq. Niza. Juárez, 5525 6708.
Tequilómetro Cazadores $63


La Valenciana: la muy maja
En 1911 se ubicaba cerca de Bellas Artes y desde 1968 se mudó a su dirección actual. Si bien no se trata de una joya del porfiriato, sí es una de las cantinas más bonitas que hayas pisado: bien iluminada con paredes blancas y azulejos tipo morisco que quedan muy bien con otros adornos taurinos. De la carta, el molcajete es la sugerencia a evitar (demasiados nervios con salsa) pero tal vez sea la única cantina donde puedes comer una excelente ensalada y tienes una buena selección de vinos por copa para escoger (por la nota de consumo descubrimos que se trata de los mismos dueños de La Martinera). Aparte de las de cajón, aquí se celebran fechas como el día de abogado (12 de julio), el día de la mujer (8 de marzo) y hasta cuenta con programa de “cliente frecuente”.
Universidad 48 esq. Casas Grandes, Narvarte, 3330-7507 y 3330-7504.
Tequilómetro Cazadores $62
Botana incluida: Sí, con unos dos tragos y de 14-17hrs.


Salón Covadonga: Cantina con rueditas
»Es como si de pronto se pone de moda la pescadería de Gigante. Es igual de acogedor», dice acertadamente Adriana Jiménez Moles quien fue por años arrastrada aquí por sus papás. El espacio es un salón de 1940, muy amplio, de techos altos y columnas. Una de sus paredes durazno oscuro tiene un neo Velázquez con el Triunfo de Baco impreso en azulejo y hay “sobras” de arte flanqueando la entrada. No tiene música pero es muy ruidoso. Lo que gusta a muchos es un ambiente donde no vas a encontrarte con el mexicano promedio que aparece en un anuncio del INEGI. Pocas son las presentaciones de libros, inauguraciones, eventos artísticos y bautizos de muñecas que no acaben aquí. El gusto por el lugar, sin embargo, es legítimo. Su servicio es de lo más experimentado y atento —hay un mesero que tiene 28 años trabajando, otro en la barra lleva 25— y si bien de botana sólo te dan unos chiles en vinagre, de su carta nunca saldrá un espárrago en forma de cisne como plato principal. Si vas por primera vez, chance avistes —antes de que se extingan— a los parroquianos originales jugando dominó. Si ésta es la única cantina que conoces, ya es hora de que dejes de comportarte como si vivieras en Martínez de la Torre, de que te quites las rueditas y empieces también a “pedalear” en otros lados.
Puebla 121, Roma, 5533-2922 y 5533-2701.

Tequilómetro Cazadores-$60