Cuenta la historia que por ahí de los años 20, en la estación de tranvía
del pueblo de Tlalpan (cuando todavía era pueblo) se congregaba un grupo de
vendedores de antojitos. Entre ellos se encontraba una tal "Doña Pachita" que
preparaba un caldo de pollo acompañado de queso y aguacate que era huérfano (no
tenía madre pues)
. Su caldo se comenzó a volver tan famoso que en los
alrededores se le conocía como el "caldo de Tlalpan", derivando después a lo
que hoy conocemos como "caldo Tlalpeño".
Quién sabe qué fue de ti "Doña Pachita", pero cada vez que comemos tu
afamado caldo, revive tu cálido apa-pachito.