Lo sabemos, eso de la “etiqueta” suena a señores vestidos de pingüino con bombín y una clavel en el hojal. Pero no, no todo es así de acartonado (y a decir verdad ridículo). Hay algunos puntos de la etiqueta que te pueden salvar del suicidio social.

Aquí, algunos básicos:

Mientras más gastas mejor impresión das. ¡Mentira! (a menos claro de que estés en en un círculo social muy, pero muy, snob). Incluso en restuarantes con un cheque promedio elevado es recomendable gastarlo que sea preferente para ti.

Código de vestimenta: en estos días, verdaderamente, no hay tal cosa. Puede que existan restaurantes más formales que otros pero es cierto que en ninguno te van a prohibir la entrada por como vayas vestido (si lo hacen, prepárate para quejarte, porque como ya sabemos “el hábito no hace al monje”).

La conversación: “Ni religión, ni política, ni fútbol”, ¡pamplinas!. Todos sabemos de cierto que mientras más se acalore una charla, la comida sabe mejor. La charla es a la comida lo que la sal y la pimienta a un buen caldo, sino se pone la suficiente es desabrido, si se pone demás no se lo traga ni tu perro. Claro que, hay que considerar que los gritos y sombrerazos pueden llegar a incomodar al de la mesa de al lado.

– Comer con las manos: Hay todo un género de comida dedicado a este tipo de acto: “finger food”, si se trata de alitas, dedos de queso, puedes meter los dedos todo lo que quieras. Ahora, si ordenaste unos bonitos camarones para pelar, o un rack de cordero, que tiene la carne más rica pegada a los huesos y dudas en meter mano, tienes de dos sopas: 1) recordar que existen técnicas con los cubiertos o 2) mirar a los de la mesa con cara sin empacho decir “compermiso” e híncarle el diente, sin más. El término “para chuparse los dedos” no se invento de a grapa.

-¡La cuenta!: Cuentas claras, amistades largas. Pedirlas por separado es siempre mucho más cómodo para todos (ojo, si decides por tus pistolas hacerlo sin antes ponerte de acuerdo si puede parecer gandalla). La otra es que, si van a dividir la cuenta no apliques la de ahhh bueno “entonces tráigame el platillo de la casa (que cuesta dieciho veces más que el resto), y dos postres”. No, que el consumo sea parejo y si quieres darte el lujo, ofrece pagarlo adicionalmente.

(Foto: Kike´s en Flickr)