Existen hoy en día dos series
en particular que me matan de hambre, o lo hicieron en su momento. Yo
se las recomiendo, porque como soy niña, me gustan… o algo por el
estilo debe pensar mi novio. Ya sea el análisis de la telebasura del gabacho o los
estereotipos que en ella se muestran, las costumbres y rutinas de diferentes
tipos de personas al otro lado de la frontera o el reflejo en región
4 de lo que vivimos todos los días al sur del Río Bravo.

Greys Anatomy.

Érase
una vez, hace ya varias temporadas, que a la Dra. Stevens se le petateaba
el novio y se ponía a cocinar sin control. En particular hacía
cupcakes. Los mentados pastelillos que se han convertido en la epítome
de la niña gringa que no tiene nada que hacer. Y así me encontraba
yo… sin nada que hacer, pero sin mi green card. El caso es que por
esas épocas me dio una racha de superproductividad culinaria que no
me ha vuelto a suceder jamás. Hice pastelitos de todos tipos, tamaños,
colores, sabores, texturas y grados de quemazón y desinflación. Por
esas eras culinarias desarrollé el cupcake de mantequilla de maní
con mermelada, el relleno de M&M, de Frescas, el de masa de naranja
con arándanos y el tradicional. Puedo decir orgullosa que hice cerca
de 100 cupcakes en una semana… con un solo molde con cabida para 12,
una batidora y un chingo de ganas de seguir cocinando.

Desperate Housewives.

Si la han visto, rápidamente sabrán que Bree es la pelirroja, anal,
perfectita, ricachona y gourmet de las desesperadas, y que es a ella
a la que me refiero cuando digo que me da un chiiiiiingo de hambre ver
esta serie. Sin embargo, más que hambre, lo que pasa es que me inspira.
Esa vieja lleva al máximo su pasión por la cocina y habiendo escrito
cuadernos enteros de recetas, hace un libro y después, pone su negocio
de catering.

No es por farolear pero la verdad es que uno de mis sueños desde hace tiempo es justo eso, tener una movida de catering

No es por farolear pero la verdad es que uno de mis sueños
desde hace tiempo es justo eso, tener una movida de catering, claro
está, con alimentos preparados por moi. Un amigo me dijo una vez que hiciera
cenas periódicas en mi casa (la verdad mi mamá tiene un comedor chinguetas)
y que cobrara por la cena. Una especie de restaurante clandestino por
invitación. No he descartado aún esa idea y sigo pensando estratégicamente
quiénes podrían ser los comensales para la primera… que podrán
esperar más pronto de lo que se imaginan.

¡Checa la receta de los cupcakes aquí!