Es un hecho: niñas y niños están en internet y el acceso a esta tecnología está cada vez más generalizado. Aunque oficialmente se ha establecido que la infancia no debe tener presencia digital, la realidad nos muestra algo completamente distinto: los menores están en la web y es necesario protegerlos de las amenazas y los riesgos de un medio tan poderoso.

De acuerdo con el documento Niños en un mundo digital, de la Unicef, este grupo está navegando a edades cada vez más tempranas. Según el reporte, menores de 15 años tienen la misma probabilidad de usar internet que los adultos mayores de 25. Señala también que en muchos casos su acceso a la red está menos supervisado.

Lo cierto es que internet ya es parte de la vida de niñas y niños: según la Encuesta Nacional Sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH 2021), en México hay 88.6 millones de personas usuarias de internet, lo que representa hasta 75.6 % de la población de seis años o más. La entidad con mayor porcentaje de población usuaria es la Ciudad de México.

La vigilancia es clave

Es importante destacar que no todo lo que está en la web es un riesgo potencial para la infancia. De hecho, según la Unicef, la conectividad infantil puede ser de gran ayuda para niñas y niños que sufren marginación, pues, con una supervisión adecuada, eso puede ayudarles a desarrollar su potencial y a romper ciclos intergeneracionales de pobreza. Las tecnologías digitales brindan oportunidades de aprendizaje y educación, especialmente en regiones remotas y durante crisis humanitarias, como la pandemia de covid-19. Permiten, asimismo, que niñas y niños accedan a información sobre asuntos que afectan a sus comunidades y puedan, gracias a eso, reflexionar sobre ellos.

Lizzette Pérez, especialista en ciberseguridad, tecnologías y seguridad de la información, asegura que la vigilancia constante de madres y padres es fundamental para reducir los riesgos que enfrentan niñas y niños en línea. Subraya que por esa razón los menores de 12 años que se conectan no deben tener privacidad: “Su actividad debe ser monitoreada en todo momento, pues es el grupo que presenta mayor riesgo de grooming, suplantación de identidad, catfishing, sexting, sextorsión y desde luego información falsa”, detalla.

La especialista agrega que, aunque pueda parecer controversial, hay formas de realizar esta supervisión de forma amigable y sin que resulte agresiva. Para eso sugiere que tu hija o hijo navegue siempre cerca de ti; que le preguntes constantemente que está mirando y con quién está platicando, y revisar el historial con mucha frecuencia. Hasta la búsqueda más inocente puede conducir a sitios pornográficos, con violencia explícita o contenido no apto para menores de edad.

Es muy importante enseñarles a identificar la violencia digital, para que no participen en ella ni la compartan. La especialista reitera que la vigilancia y la confianza con nuestras hijas e hijos mantendrá abierta la comunicación en caso de que estén viviendo, o ejerciendo, bullying y tomar acciones para frenarlo.

Pérez también recalca que se deben establecer horarios y todas las partes deben cumplir con ellos. Pon el ejemplo: no uses tus dispositivos móviles a la hora de comer, cuando te estén platicando y expresando dudas y preguntas ni como forma de tranquilizarlos, pues eso es contraproducente. El documento de la Unicef agrega que el uso excesivo de la tecnología digital puede contribuir a la depresión y a la ansiedad infantil, mientras que pasar tiempo desconectado refuerza los vínculos familiares y de amistad.

Por último, en estos tiempos es fundamental actualizar continuamente el conocimiento tecnológico. Cuanta más preparación tengas, mayor protección podrás brindarles a niñas y niños. Es importante conocer qué aplicaciones usan y cómo funcionan.

Más allá de asustarlos o de prohibirles navegar, la supervisión constante les dará herramientas para que cuando lleguen a la adolescencia sepan discernir.

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