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Un símbolo chilango

La historia del Palacio de los Deportes

31 de diciembre de 2015
Por    Carlos Tomasini

Hoy es común que la Ciudad de México sea sede de grandes conciertos, pero antes de 1991 la historia era completamente diferente. Fue el Palacio de los Deportes el lugar que ayudó a que ahora existan todo tipo de foros que presentan espectáculos internacionales en la capital.

Construido para albergar las competencias de basquetbol de los Juegos Olímpicos de México 68, el “domo de cobre” es uno de los símbolos chilangos ante el mundo y uno de los foros más importantes de la industria musical.

Demos un rápido vistazo a sus primeros años de vida antes de convertirse en una de las sedes favoritas para conciertos.

Los Juegos Olímpicos

La construcción de este recinto inició en 1966 con el fin de que fuera la sede de los partidos de básquetbol durante los Juegos Olímpicos, pero se terminó en septiembre de 1968, sólo unos días antes de la inauguración de la máxima justa deportiva del planeta.

El torneo de básquetbol (varonil, porque todavía no había categoría femenil) de México 68 se llevó a cabo del 13 al 23 de octubre y México ganó cinco de los siete partidos que disputó, pero las medallas fueron de bronce para la Unión Soviética, de plata para Yugoslavia y de oro para Estados Unidos.

El nombre original de este lugar, en sintonía con otros que también se construyeron para los Juegos Olímpicos, como la Alberca Olímpica o el Velódromo, hacía referencia a uno de los Niños Héroes: Palacio de los Deportes Juan Escutia.

  • Foto: Cuartoscuro
  • Sí, es de cobre

    En esos años se pensó que el diseño, el arte y la arquitectura también debían ser parte importante de los Juegos Olímpicos, por lo que el Palacio de los Deportes fue desarrollado con un toque moderno y hasta medio futurista, lo cual puede verse, por ejemplo, en su forma de cúpula geodésica (inspirada en un foro similar localizado en Roma), que es una técnica de construcción que permite crear amplios espacios techados sin columnas utilizando elementos triangulares que al ensamblarse forman polígonos que permiten darle la forma curva.

    Una de la características de ese tipo de construcciones es la utilización de materiales ligeros, por lo que para crear el techo del Palacio de los Deportes no se utilizó concreto, sino una mezcla de madera resistente al agua cubierta de cobre (lo cual hizo que la obra fuera más económica) y que le da su color característico, además del apodo de “Domo de Cobre” que utilizan todos los que escriben las crónicas de los conciertos que ahí se realizan, aunque no sepan por qué le dicen así.

    Toda la construcción abarca más de 27 mil metros cuadrados y es obra del arquitecto Félix Candela (quien creó otros lugares de la Ciudad de México, como la estación del Metro San Lázaro y el Mercado de Coyoacán), asociado con Antonio Peyrí y Enrique Castañeda Tamborell.

    En la parte exterior, casi en la esquina de Circuito Interior y Añil, se encuentran siete columnas poliédricas de concreto que están perdidas entre la reja, el pabellón y el estacionamiento. Se tratan de la escultura “La Osa Mayor” de Mathias Goeritz (se puede ver en la portada del disco del concierto con el que Café Tacvba celebró sus 15 años), el mismo que diseñó las Torres de Satélite. Formaban parte del proyecto arquitectónico original y de la serie de esculturas que conformaban “La Ruta de la Amistad” de los Juegos Olímpicos de 1968.

    La Feria del Hogar, corridas de toros y tenis

    En cuanto terminaron los Juegos Olímpicos, el Palacio de los Deportes cayó prácticamente en desuso con algunos eventos esporádicos en él. Por ejemplo, durante los 70 y parte de los 80 fue muy popular “La Feria del Hogar”, que era una gran expo en donde se vendían electrodomésticos, trastes, juguetes, muebles y algunas porquerías como filtros para transformar una televisión de blanco y negro a color o purificadores de agua caseros.

    Los grandes atractivos de La Feria del Hogar eran los juegos mecánicos y los espectáculos donde celebridades de la televisión, como El “Loco” Valdez, se presentaban en vivo de manera gratuita o a “precios populares”, pero uno de los eventos estrella fue el show de Antonio Aguilar (el padre de Pepe), quien presentaba números ecuestres en los que presumía su colección de caballos mientras cantaba decenas de canciones rancheras en una especie de lienzo charro que le dio fama internacional y en el que participaba toda su familia.

    También se usó como plaza de toros en dos ocasiones. La primera fue en septiembre de 1976, cuando se organizó una feria de ocho corridas con boletos mucho más caros que los de la Plaza México o El Toreo; al final, el Gobierno del Distrito Federal, que administraba el recinto en ese entonces, prometió que El Palacio de los Deportes no volvería a ser utilizado para espectáculos tan “elitistas” como ése.

    Obviamente esto no se cumplió, y antes de que se vendieran conciertos de a 6 mil pesos la entrada, en 1987 se organizaron otras siete corridas con el supuesto fin de celebrar los 100 años del toreo en México, pero ahora en plena devaluación y con boletos a precios impagables, por lo que fue un rotundo fracaso.

    Hablando de eventos “elitistas”, también en 1987 se jugó tenis en el Palacio de los Deportes, cuando México estaba en la primera división de la Copa Davis y le tocó perder una serie contra Estados Unidos.

    Ese año fue movido para el Palacio de los Deportes, pues en septiembre, durante un concierto benéfico en el que participaban Flans, Timbiriche y Fresas con Crema (sí, Millennials, así se llamaba un grupo) se registró un incidente debido al sobrecupo que, según algunos registros de la época, dejó un saldo de cuatro personas muertas.

    Subutilizado

    Lo cierto es que en las décadas de los 70 y 80, el Palacio de los Deportes fue un foro subutilizado. Los deportes no se le dieron mucho en esos años: en 1990 fue sede de las pruebas de gimnasia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (que se llamaron “de la solidaridad”… adivinen quién los bautizó así) que pasaron sin pena ni gloria, y antes, en 1989, se realizó el Campeonato FIBA Américas de basquetbol. 

  • Foto: Cuartoscuro
  • Sin embargo, siempre tuvo cierto atractivo para los conciertos, por lo que algunos artistas ochenteros, como los Hombres G, empezaron a realizar presentaciones a las que en realidad asistía poca gente y la calidad era mínima.

    Desde el movimiento de 1968 y el festival de Avándaro en 1971, los conciertos masivos, especialmente los de rock, estaban prácticamente prohibidos en la Ciudad de México y sólo se realizaban esporádicamente o en recintos muy alternativos.

    En 1989, Rod Stewart no se pudo presentar en la capital, por lo que los organizadores se llevaron el concierto al estadio Corregidora, en Querétaro, con lo que se empezó a romper esa “prohibición”, la cual terminó precisamente en el Palacio de los Deportes un par de años después.

    INXS y los demás

    En enero de 1991, la banda australiana INXS se presentó en el Palacio de los Deportes, iniciando así la “era” que se vive actualmente de los conciertos masivos internacionales en la Ciudad de México.

    Como parte de la gira de su álbum “X”, INXS se presentó tres días en este lugar que empezó a evidenciar algunas de sus carencias, como el sonido que retumbaba en su domo generando un molesto eco, y la incomodidad de algunas de sus gradas; sin embargo, los chilangos de la época aceptaron de buena manera la llegada de los conciertos y aguantaron durante varios años esas fallas.

    La serie de conciertos se realizó en orden y fue el inicio de la empresa que actualmente organiza la mayor parte de estos espectáculos; los boletos todavía eran unos pequeños cuadros de papel, porque aún no existía la rama de esa compañía que hoy se encarga de vender las entradas.

    A inicios de los 90 se presentaron grandes cantantes y bandas en el Palacio de los Deportes, como Guns and Roses, Metallica, Billy Joel y U2, lo que convirtió a la Ciudad de México en una de las capitales más importantes para conciertos del mundo. 

  • Foto: Cuartoscuro
  • Ya en los 2000, la acústica del “Palacio de los Rebotes” era intolerable ante el avance de la tecnología que permitía corregir ese tipo de defectos, por lo que se realizaron algunas adecuaciones en el domo y, cuenta la leyenda urbana, que fue Paul McCartney quien, antes de su presentación en 2002, ayudó a corregir ese defecto, y tras terminar sus presentaciones, decidió dejarlas en esta arena con capacidad para más de 20 mil personas.

    En la actualidad, el Palacio de los Deportes es sede de partidos de basquetbol (hasta la NBA ha llegado a su duela), entregas de premios, competencias de deportes extremos y, por supuesto, todo tipo de conciertos, y aunque sigue teniendo grandes carencias, como su pésimo servicio de estacionamiento, puntos en donde la visibilidad es mala y butacas incómodas, es uno de los lugares favoritos de los chilangos que aman la música.

    ¿Qué recuerdo tienes del Palacio de los Deportes?

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