Chilango

Unos a favor, otros en contra

Foto: Cuartoscuro

El tema había caído como por accidente en la Asamblea Legislativa, donde pareció tomar por sorpresa a todos los grupos. La representación del PRD, que con frecuencia se comporta como si fuera tres partidos y no uno a consecuencia de las divisiones internas, se partió en posturas encontradas: la diputada Estela Damián, a favor de legalizar la marihuana, y el diputado Eduardo Santillán, en contra.

Mientras Granados se hacía cargo de la parte pública del tema, otro diputado del PRD, Vidal Llerenas, comenzó a reunirse con varias de las organizaciones vinculadas al asunto: México Unido contra la Delincuencia, fundada para evitar la pasividad ante la violencia; Espolea, un grupo de universitarios, y el Cupihd, de Hernández Tinajero.

El diputado Llerenas propuso una solución desafiante e inédita: si el gobierno federal se oponía a legalizar las drogas para evitar un enfrentamiento con Estados Unidos y la guerra impuesta por Nixon hace 42 años, entonces podía abrirse una puerta alternativa: que la Asamblea Legislativa legalizara la marihuana en la Ciudad de México.

Algo similar a lo que había ocurrido en Colorado y Washington. Llerenas tiene 40 años, cara de niño y risa fácil. Nació en Colima y se afincó en la Ciudad de México desde sus años de universitario, cuando llegó a fumar marihuana. Está convencido de que la guerra contra las drogas declarada por Estados Unidos ha fracasado.

«México debería militar en el tema. Si se legalizara la marihuana, estaríamos resolviendo la mitad del problema del narco», dice Llerenas. Está consciente de que el principal obstáculo para que la Asamblea Legislativa apruebe una iniciativa es que se trata de un asunto del ámbito federal. «Desde luego –dice– puedes cuestionar la facultad del Estado. Pero ahí se necesitan muchos huevos para lograr que ocurra lo que sucedió en Washington y Colorado.»

Él y otros diputados del PRD estudian los modelos establecidos en Colorado, Washington y Uruguay para escribir la iniciativa de legalización de la marihuana que presentarían en septiembre. «Quiero que sea lo más agresiva posible –sonríe–. O legalizamos las drogas o nos habituamos a vivir con el narco, invirtiendo una enorme cantidad de dinero en armas que podría ser para prevención.»

En un escenario ideal que recogiera las principales exigencias de las organizaciones de consumidores, la propuesta de los legisladores del PRD en la Asamblea Legislativa consideraría la apertura de clubes canábicos de autoproducción y licencias autorizadas, donde los usuarios se registrarían para fumar y comprar. O bien la creación de dispensarios de venta de marihuana, un incremento de 5 a entre 20 y 25 gramos de mota en la cantidad autorizada de posesión, la operación de cortes de drogas –previstas en la ley de narcomenudeo y combatidos por el Cupihdo de comités disuasivos voluntarios, un modelo similar al vigente en Portugal.

«Es necesario comenzar a movernos hacia la legalización de la marihuana –opina Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación en el gobierno calderonista–. Para los mayores de edad, el consumo debe estar en el ámbito de sus facultades y el Estado sólo debe intervenir cuando su uso genere daños a terceros, como el cigarro o el alcohol. Debemos encontrar alternativas a las políticas que tienen costos altos en vidas y presupuestos. El camino actual ha sido doloroso.»

El ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, sostiene que es preciso buscar una despenalización efectiva con esquemas más flexibles para que el consumo personal de marihuana no sea criminalizado.

En el otro extremo, Consuelo Mendoza, presidenta de la Unión de Padres de Familia, sostiene que no debe debatirse la legalización de la marihuana porque representa un daño contra la salud y una seria amenaza a la familia y la sociedad.

El primer lunes de septiembre, Hernández Tinajero regresó a la Asamblea Legislativa, donde se inauguraba un nuevo foro de políticas públicas de drogas en la Ciudad de México. Los diputados se reunirían con representantes de la ONU y la Organización Mundial de la Salud para revisar alternativas.

El diputado Belaunzarán retiró su iniciativa de noviembre de 2012 para presentar una propuesta renovada. Cree que el gobierno de EU comenzó a derribar en su territorio el paradigma de la guerra contra las drogas al anunciar que no se opondrá al uso recreativo de la cannabis en Washington y Colorado. «Es un momento clave en México para construir un frente amplio de partidos y regular el uso de la marihuana.»

El escenario más probable es que ante la imposibilidad de legislar sobre un asunto de competencia federal, los diputados del DF envíen una Iniciativa de Iniciativas para que la Cámara de Diputados discuta y apruebe las eventuales reformas sobre legalización de la marihuana. A Hernández Tinajero se le veía optimista por el anuncio que hizo el Departamento de Justicia de Estados Unidos. 

«Aun si la Asamblea decidiera enviar la propuesta a la Cámara de Diputados, esto representará un gran avance porque abre alternativas a un tema que siempre ha recibido una negación absoluta de la política», sonrió Hernández Tinajero al recordar la Primera Marcha por la Legalización de la Marihuana, en 2001, en el parque México, adonde llegaron 20 personas. Desde entonces, el contingente –«el único que no bloquea calles y exige pagar impuestos», dijo en un lamento de orgullo chilango– ha crecido hasta superar los 5 mil asistentes.

El presidente del Cupihd piensa que el país está volteando a ver hacia sí mismo y a las posibilidades soberanas de tratar las drogas más allá de sólo combatirlas. «Ahora es más visible una minoría de usuarios olvidados como personas con derechos.»FIN