Chilango

¿Enseñanzas de las telenovelas?

Especial

El nivel de drama en tu vida es directamente proporcional al largo de tu nombre.

Puntos extra si te llamas María “algo”. Así que, si tu nombre es Luis Fernando del Moral García o María Candelaria de la Santa Cruz –y nadie ha decidido decirte simplemente “Candy” o “Luisfer”– tienes todo el potencial de tener una vida digna de Televisa. Las telenovelas nos han enseñado que, mientras más tiempo tome decir tu nombre, o mientras más raro sea, con más drama estarás aderezado. 

Para mantener a un hombre a nuestro lado, hay que fingir un embarazo. 

Tal parece que el secreto más efectivo para mantener a un hombre junto a la mujer que ya no ama es que ella –de la nada– salga con el chistecito de que está embarazada. Decimos “chistecito” porque el bebé es una mentira sacadísima de la manga. El hombre, que es todo un caballero, decide dejar a su amor verdadero para ser un papá infeliz, junto a la mala de la historia. 

Siendo pobre, pero bonita, fácilmente encontrarás a un millonario que te ame. 

Le pasó a María la del Barrio, María Mercedes, a Mili de Al Diablo con los Guapos. Descubrimos que ser bonita y pobre es la clave para traer loquitos a los guapos, millonarios, honestos, románticos y fieles… ¿Será que un hombre de ese nivel social se va a fijar en la chica que le limpia la casa? Creemos que no. 


Un sólo hombre puede ser rico, guapo, romántico y fiel.

¡Ay, sí, claro! Ya parece que una sola persona –ya no digamos un solo hombre– puede tener tantas virtudes. O eres guapo, millonario y patán, o romántico, fiel y feo. O feo, pobre, patán e infiel. No se puede tener todo en la vida.


La gente que está ciega o en silla de ruedas siempre está fingiendo.

Las novelas nos hacen pensar que la gente no puede estar discapacitada y ya. Siempre tienen una doble vida: la pobre que tiene una vida digna de mártir en público y es una “víbora manipuladora” (frase de telenovela) en privado. Así que la próxima vez que conozcas a alguien en muletas o silla de ruedas, desconfía.

Si alguien te cae mal, atropéllalo…

Lo que nos lleva a pensar que Ángel Verdugo ve muchas telenovelas. La forma más rápida de desaparecer a alguien es atropellándolo. Sin embargo, algunos avientan a sus enemigos desde las ventanas o terrazas de los edificios, y los más pudientes contratan asesinos a sueldo. El caso es que, si alguien te cae mal, no lo odies: déjalo lisiado.


Los hombres prefieren a las “niñas buenas”.

Como si eso pasara tan seguido en la vida real. Todos sabemos que nadie es tan mártir como para resistirse ante los encantos de las malas, expertas en seducción y manipulación. Raro el que se puede resistirse a este tipo de habilidades. 


Es normal ir a trabajar con microfaldas y escotazos.

Tal vez sea por la crisis, pero la ropa laboral de las mujeres-trabajadoras-telenoveleras tiene muy poca tela. Y por si fuera poco, les gusta tanto su modita laboral, que hasta se visten así en fines de semana: los empresarios siempre están de traje, los jardineros de overol y las muchachas de uniforme. Eso es estar verdaderamente entregado al trabajo.


El estilo no se pierde, ni cuando estamos hospitalizados y al borde de la muerte. 

En el mundo de las telenovelas, la gente puede estar en coma, pero por alguna mágica razón del universo siempre está perfectamente maquillada, con el peinado impecable y los cachetes rositas, como de gente saludable que no fue atropellada “accidentalmente”. ¿Quieres verte guapo? Simple: búscate un hater dispuesto a ponerte en situaciones que arriesguen tu vida y listo… te verás hermoso en el hospital. 


Los niños son una de las cosas más molestas del universo.

¿Por qué los niños telenoveleros siempre son tan chillones, tontos, y desesperantes? Y luego se preguntan por qué ya nadie quiere tener hijos…   

¿Ustedes qué otras cosas han aprendido de las telenovelas?