Por Ira Franco

Ésta es la historia de dos hermanos mitad albaneses que, luego de la muerte de su madre, buscan al padre que los abandonó para obtener la nacionalidad griega.

El tema da para un drama infumable, pero el director Panos Koutras ha decidido entregarnos una tragicomedia en tono muy ligero y, en lugar de sufrimiento, nos propone la presencia de símbolos melancólicos, como el fin de la infancia o la búsqueda de la identidad compartida.

Aunque un poco larga, la cinta es una deliciosa road-movie sobre el inquebrantable cariño entre dos hermanos. El menor es Danny, un adolescente gay de copete decolorado, irritante en la misma medida en que es entrañable, con una paleta de caramelo en la boca y una pistola en la mano.Odiseo, unos años más grande, por momentos actúa como el único padre que ha tenido Danny, pero también es muy joven y aún es capaz de jugar.

Aquí, la famosa crisis económica griega también se torna una crisis de identidad racial, una ruptura en el tejido social por el que estos dos adolescentes transitan.

La cinta, nominada al premio “Una cierta mirada”, en Cannes, resultará, para el espectador paciente, una fábula de hermandad reconfortante.