El director de las películas Ghost Rider y Daredevil se esfuerza por hacernos reír pero falla en el intento – y gravemente de paso.
El bombardeo de comedias románticas lanzado anualmente por Hollywood para festejar San Valentín está en pleno apogeo pero When in Rome, protagonizada por Kristen Bell (Forgetting Sarah Marshall, serie televisiva Veronica Mars) y Josh Duhamel (Turistas, la serie de películas Transformers) y dirigida por Mark Steven Johnson (Ghost Rider, Daredevil) no logra hacer el ruido de un petardo. Sí ese mismo Johnson, el mismo que ya tiene en su contra dos películas espantosas basadas en libros de tiras cómicas fue contratado por Disney para dirigir una película donde no hay la mas minima secuencia de combates acrobáticos ni efectos visuales computarizados que son las únicas habilidades cinematográficas por las cuales Johnson ha sido alabado de forma consistente. Quizás por ello fue que Dick Cook fue despedido.
Bell encarna a Beth, la curadora de un museo de Nueva York es bastante inquieta y actualmente la desilusión amorosa le pesa aun más cuando asiste al matrimonio de su hermana en Roma, y allí luego de tomarse unas copas de más se mete en la Fontana DAmore, una fuente ficticia. Aunque pudimos haber creído que su chapuzón en la fuente no sería sino un episodio embarazoso sin mayores repercusiones en la trama resulta que toma un giro importante cuando Beth toma distraídamente algunas monedas de la fuente desencadenando sin querer una maldición italiana que remonta a tiempos antiguos. Pronto ella tendrá que eludir la persecución que le monta un grupo de tipos raros interpretados por Danny DeVito, Dax Shepard, Will Arnett y Jon Heder — quienes son precisamente los hombres cuyas monedas Beth tomó de la fuente legendaria.
Aunque el concepto de partida tiene potencial existe un gran tropezón: el guión que toma a cuatro actores con una reconocida trayectoria humorística y los castra de todo sentido de comicidad y tendrán que salvarse en este desierto que marca cero en términos de creatividad con derecho a un solo chiste cada uno. DeVito, en la piel de un magnate de las salchichas, se maneja exclusivamente con bromas relacionadas siempre con la carne; Shepard, un maniquí obsesionado con si mismo, explora los aspectos cómicos que le brinda el tener un abdomen de envidiable musculatura; Arnett, el artista poco afortunado llena la ciudad de dibujos de la mujer que ama sin ser correspondido; y Heder encarna al hombre que aspira ser mago pero que jamás logra que salga bien siquiera unos de sus trucos.
Todo lo anterior cumple con el propósito de posponer la inevitable unión de Bell y Duhamel, dos protagonistas buena onda que con el mejor de los ánimos andan con pesadez por este material tan inútil, tan insípido – y tan poco riesgoso— que puede ser acomodarse perfectamente a una de las comedias familiares cada vez más soporíferas de Dwayne The Rock Johnson. Y pese a que When in Rome por ser una película con clasificación para mayores de trece años tenga derecho a usar una palabra vulgar una sola vez (siempre que no tenga una connotación sexual) al parecer no hizo uso de este derecho. Prepárese a escuchar la palabra frecuentemente pero de la boca de los cinéfilos en cuanto vayan apareciendo en la pantalla los créditos de este fiasco catastrófico.