Por Jaime Azrad @_azrad

La verdadera historia sobre una familia en duelo es llevada a la pantalla grande por el director Cameron Crowe (Vanilla Sky, 2001), quien se lanzó por la rama convencional esta vez, e inspirado por We bought a zoo, el libro testimonial de Benjamín Mee sobre el poder sanatorio de los animales, dirige una película que integra la vida salvaje con la civilizada.

Un zoológico en casa cuenta la historia de Benjamín Mee (Matt Damon), un padre de familia en busca de un nuevo comienzo para sus hijos, pues tras varios intentos fallidos por continuar su vida después de la muerte de su esposa, decide comprar una propiedad en medio de lo que solía ser un zoológico.

La nueva casa de los Mee proveerá las herramientas que, a partir de las desventuras por revitalizar el zoológico, sanarán a la familia y le darán una nueva perspectiva de vida.

Crowe intenta abordar los dilemas existenciales de la vida y la muerte en una trama que se presenta larga (dura más de dos horas) e íntima. Los personajes cumplen ciertos estereotipos que se sienten tediosos, pero lograrán conectarse con la audiencia que busque historias conmovedoras acentuadas por la frase ‘basado en una historia real’.

La historia es bonita y predecible: en tonos rosados crea parejas que se distinguen a distancia sin problemas. La principal sucede entre el personaje de Matt Damon y Kelly Foster (Scarlett Johansson), la encargada del zoológico que dedica toda su vida al cuidado del mismo, con la ayuda de un grupo de amigos que dan diferentes toques de comedia y romance a la historia.

Entretenida y cursi, la cinta pasa desapercibida, cumpliendo apenas lo que su trailer promete.