–PorOswaldo Betancourt L.@rockswaldo

En esta breve pero intensa historia, de apenas una hora y cuarto, se pone a prueba lo que uno está dispuesto a hacer por amor. Sonia Bonet decide obligar a punta de pistola a los miembros de una aseguradora médica a que le otorguen a su esposo el tratamiento que necesita, y arrastra sin querer a su hijo en sus actos ilícitos.

Es una adaptación de la novela corta de Laura Santullo, guionista de cabecera y esposa de Rodrigo Plá. Esta mancuerna ya habían llevado anteriormente a la pantalla los textos de la uruguaya y con buenos resultados como La Zona (2007) y La Demora (2012).

Un común denominador que vuelve a estar presente en el cine de este par es la denuncia. El monstruo de mil cabezas que da título al largometraje se refiere a las corporaciones – e instituciones -, hidras de Lerna burocráticas que arruinan vidas, cuando su deber ser tendría que ser el de ayudar.

Si bien es un contenido crítico, se agradece que la ejecución no sea nada pesada, con una metáfora bastante digerida. El tono es muy amable, una mezcla de suspenso y drama en la medida exacta para mantener tu atención.

Pero lo más interesante es la propuesta narrativa del director. El relato se desarrolla de manera progresiva, pero predomina una mirada fragmentada, es decir, está muy presente una barrera entre el espectador y los sucesos, generalmente a través de un cristal entre ambos, y la razón de ser de esta decisión radica en que la película es en realidad una reconstrucción de los hechos, por eso en ocasiones se escuchan diferentes voces en off que son las declaraciones de los testigos.

Además el elenco contó con grandes actuaciones, no sólo de sus protagonistas Jana Raluy y Sebastián Aguirre, sino que también figuran los nombres de Daniel Giménez Cacho, Noé Hernández y Harold Torres.