Por Carlos Arias

Esta película parece hecha a la medida para Helen Mirren, la inglesa que alcanzó la fama en el cine tras una larga carrera en la TV, cuando ya entraba en la categoría de “actriz madura” y que acabó ganando un Oscar por su personaje de la reina Isabel II en The Queen (2006). Aunque, la verdad, es poco probable que esta vez Mirren gane un Oscar, a pesar de que el director de la cinta –István Szabó– también obtuvoel suyo por Mejor película extranjera en 1981, con Mefisto.

Tras la puerta (The Door, 2012), realizada en Hungría pero hablada en Inglés, fue dirigida por Szabó y con muchos de sus temas favoritos.El realizador da vida a un drama en torno a dos mujeres de personalidades aparentemente opuestas que ocultan sus propios secretos.Mirren es Emerenc, una hosca mujer que es contratada para las tareas de la limpieza por la novelista Magda (Martina Gedek), quien llega a vivir con su esposo a una localidad rural húngara en los años 60, en plena época del régimen comunista.

Emerenc (Mirren) parece ocultar un secreto en su casa, detrás de la puerta siempre cerrada que da título a la película. Sobre ella ronda la sospecha de un pasado nazi, e incluso que pudiese almacenar bienes robados a los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Su amistad con Magda, con quien comparte sus secretos, irá develando poco a poco la verdad más profunda sobre ambas mujeres.

La cinta está basada en una novela de la húngara Magda Szabó (sin parentesco con el realizador y una de las escritoras más célebres en su país), un relato que a primera vista parece estar lleno de claves locales, que se manifiestan en la referencia a sucesos históricos, como la época posterior a la revuelta anti soviética de 1956, o a la permanencia de ex nazis ocultos, décadas después de terminada la Guerra (Hungría fue escenario de una entusiasta recepción a los nazis por una buena parte de la población, y fue escenario también de sangrientas matanzas realizadas por estos).

El húngaro, István Szabó, es el director más famoso de su país. Sus películas están a medio camino entre los dramas intimistas y los sucesos históricos, un recurso que le ha servido para abordar ya sea el fin del comunismo, el régimen nazi o el Imperio Austro-húngaro. Así, la cinta avanza hacia el retrato de las conductas “puertas adentro”, el conflicto entre lo íntimo y lo público, representado quizá por esos vecinos que tocan música de cámara en una de las casas, a quienes casi no se ve pero insisten en crear un clima para el pueblo y para toda película.

El personaje de la escritora Magda posee también su propia “puerta” infranqueable, como la vida interior del personaje de Mirren, un mundo privado plagado de fantasmas y maravillas; en tanto que la sirvienta establece una lucha de poder con sus patrones, a la vez que se comporta con un servilismo impropio de la ideología oficial “socialista” y llama “amos” a sus empleadores.

La película es obligada para los admiradores de Mirren, por aquello de que los críticos tradicionales llamaban el “duelo de actuaciones”.Sin embargo, se trata, a fin de cuentas, de una historia ubicada en un tono de drama convencional, que no exige demasiado de las dotes histriónicas de la actriz y tampoco exige demasiado del espectador o del relato fílmico.

Hay momentos en que, por el afán de convertir a la mujer protagonista en “alguien especial”, se cae en lo ridículo (el perro familiar obedeciéndole como en una película de Disney), o truculencias literarias sobre un pasado de la mujer, que explicarían su extraño comportamiento. Con todo, Tras la puerta es una película que vale por sus actuaciones y su director.